(Foto original de la chica: Erwin Verweij) |
El 8 de enero de 1959, Cuba entró realmente en la historia. Pasó de ser una simple extensión de los negocios tanto lícitos como mafiosos de Estados Unidos a convertirse en una pieza clave en la Guerra Fría, y una permanente molestia para su poderoso vecino, nada menos que a cien millas de su costa. La toma de La Habana por el ejército rebelde de Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara significó un quiebre para la historia de toda América. Un país pequeño, insular, muy dependiente, de repente convirtió lo imposible en realidad: una revolución socialista alcanzaba el poder en el patio trasero de la mayor potencia capitalista.
Entrada del ejército revolucionario en La Habana, 8 de enero de 1959 |
La historia fue cambiando el sentido de semejante epopeya. Cuba pasó de depender del imperio norteamericano a rendir cuentas al imperio soviético. La URSS se convirtió en la tabla de salvación del gobierno de Castro, que casi lleva a la economía cubana a la ruina. El precio fue entrar en la liga mayor de la política internacional de los años 60. A la declaración del carácter socialista de la revolución siguió la invasión de Bahía de Cochinos del 17 de abril de 1961, donde exiliados cubanos, entrenados y apoyados por la CIA, intentaron acabar con semejante experiencia, siendo derrotados rápidamente. A mediados de 1962, anticipando un ataque directo de EEUU, la URSS procedió a la instalación en la isla de misiles de largo alcance con poder nuclear, operación que fue descubierta en octubre de ese año. La exigencia estadounidense de su retiro y el rechazo inicial de los soviéticos desató la llamada “Crisis de los misiles”, que casi lleva al mundo al Armagedón atómico.
Visita de Fidel Castro a la Unión Soviética, 1963 |
Expulsada de la OEA el 31 de enero de 1962, Cuba se integró cada vez más en el bloque comunista. Sin embargo, también adoptó una fuerte política de liderazgo en el naciente “Tercer Mundo”: en enero de 1966 organizó en La Habana la Primera Conferencia Tricontinental, que reunió a países de América Latina, África y Asia, y en 1979, en la misma ciudad, realizó la 6ª conferencia cumbre del Movimiento de Países No Alineados, con Fidel Castro como presidente. Sus fuerzas armadas y de inteligencia participaron directamente en las luchas de liberación que se libraron en varios países africanos y asiáticos, destacándose la participación en la guerra civil de Angola y la independencia de Namibia. También apoyó a los movimientos de subversión izquierdista de América Latina, con suerte diversa: en 1967 el Che fue descubierto y muerto en Bolivia, mientras que en 1979, la Revolución Sandinista triunfó en Nicaragua.
Los hermanos Castro reciben a Saddam Hussein, presidente de Irak, enero de 1979 |
La caída de la Unión Soviética a finales de 1991 fue un duro golpe a la economía y la política internacional cubanas. Los recursos provenientes del bloque del Este desaparecieron de golpe. La influencia, hasta el prestigio que ejercía Fidel Castro en el mundo se desvaneció, mientras el llamado neoliberalismo impulsó las reformas económicas tanto en los países del antiguo bloque oriental como en muchos del Tercer Mundo. A pesar del final de la Guerra Fría, el bloqueo estadounidense contra la isla continuó, e incluso aumentó.
Hugo Chávez, el nuevo aliado y sostén del régimen castrista |
DESARROLLO:
El protagonismo de Cuba a nivel internacional en
las décadas de los 60, 70 y 80, ameritaba el nacimiento de una literatura de
espionaje, tanto de ficción como documental. Sin embargo, a diferencia de los
países desarrollados, donde el público se volvió un demandante voraz de
historias de espías, y donde la cultura pop erigió a James Bond en uno de sus
principales íconos, en el país caribeño fue el estado que determinó la
necesidad de una oferta en este sentido. Como buen régimen dirigista, eligió
los autores, limitó el alcance e impuso el ideario: las novelas de espionaje
debían educar al lector en los beneficios del comunismo y en los peligros de la
infiltración capitalista. Los tópicos que dominaron su desarrollo fueron
entonces el didactismo, el esquematismo en tramas y personajes y la defensa sin
fisuras de la política establecida.
En el Primer Congreso Nacional de Educación y
Cultura, realizado en 1971, se fija el sentido panfletario que deberá tener el
desarrollo de las artes. En 1972 se establece el "Concurso Aniversario del
Triunfo de la Revolución", el cual premia las mejores obras del género
policial, siempre según los criterios de la Dirección Política del MININT
(Ministerio del Interior).
Tanto la novela propiamente policial como la
centrada en el contraespionaje se desarrollaron por esos años, confundiéndose
en algunos casos. Pueden nombrarse como títulos destacados: No es tiempo de
ceremonias (1974), de Rodolfo Pérez Valero; La ronda de los rubíes (1974), de
Armando Cristóbal Pérez; Los hombres color del silencio (1975), de Alberto
Molina; El cuarto círculo (1976), de Guillermo Rodríguez Rivera y Luis Rogelio
Nogueras; Joy (1977), de Daniel Chavarría; Y si muero mañana (1978), de Luis Rogelio
Nogueras; Nosotros, los sobrevivientes (1982), también de Nogueras; Completo
Camagüey (1983), de Daniel Chavarría y Justo Vasco; La sexta isla (1984), nuevamente de
Chavarría. Para 1986, se habían editado cerca de 40 novelas, además de libros
de cuentos y otros tipos de libros. Las críticas fueron crecientes en Cuba con
este tipo de literatura, por su simplismo en la presentación de argumentos y
personajes. Sin embargo, las tiradas de estos libros fueron enormes, comparadas
con las de otros países latinoamericanos, llegando en algún caso a los 100.000
ejemplares. La mayoría de estos libros se publicaron por la editorial Letras
Cubanas de La Habana, dentro de la serie "Contraespionaje" de su colección "Radar",
que también contó con otras series como "Policiaco" o "Ciencia ficción".
El concurso mencionado sigue otorgándose en
Cuba, premiando en los últimos años a novelas como Misión en Langley (2007), de
Leonelo Abello; Proyecto Sicklemia-E (2008), de Jorge Luis García Hernández, Conspiración
en Dallas (2009), de Teresita Candia, y Conspiración en el Triángulo Maya
(2011), nuevamente de Abello. Sin embargo, actualmente sólo marca parte del
paso de la literatura negra cubana. Desde principios de los años 90, autores
como Leonardo Padura han renovado el género, introduciendo una mayor complejidad
y cierto sentido crítico con la realidad de la isla. Su libro El hombre que
amaba a los perros, sobre Ramón Mercader, autor del magnicidio de León Trotsky,
ha alcanzado gran repercusión internacional.
DISIDENCIAS:
Desde los noventa la disidencia en Cuba y
fuera de ella aumentó considerablemente, a partir de la debacle económica del
país y el endurecimiento de la represión política.
En el repaso que muchos disidentes hicieron de
la historia cubana desde los inicios de la Revolución, varios indagaron en las
actividades secretas del régimen y su involucramiento en los conflictos armados
del Tercer Mundo, desde su posición de testigos privilegiados por su participación
en los hechos. Hay que mencionar sobre todo a cuatro:
- Memorias de un soldado cubano: vida y muerte
de la Revolución (1997), de Dariel Alarcón Ramírez. Éste, que en 1957 era un campesino
cubano más, pasa a integrar la guerrilla castrista. Después de su triunfo,
acompaña al Che Guevara primero al África y, en 1966, a Bolivia. Tras la muerte
del Che y un segundo paso por Bolivia, en Cuba, le destinan a la formación
militar de los guerrilleros internacionales y a peligrosas misiones secretas. Como
miembro de la Seguridad del Ejército y oficial del Ministerio del Interior, y
con “Benigno” como nombre de batalla, vive la aventura de ser un combatiente de
la Revolución, cuyas experiencias las vuelca en este libro.
- Dulces guerreros cubanos (1999), de Norberto Fuentes.
El autor convivió durante años con los altos estamentos del Partido, de las
fuerzas armas y de la Dirección General de Inteligencia de Cuba. El tema
central del libro es el proceso por narcotráfico y posterior fusilamiento en
1989 de dos de los mejores amigos del Fuentes: el general de división Arnaldo
Ochoa y el coronel Antonio de la Guardia, además de otros dos oficiales. Ochoa era
un verdadero héroe de la Revolución, debido a su exitosa participación como
jefe en la intervención cubana en la guerra de Angola. Fuentes le había
acompañado en sus misiones y fue incluso condecorado. Tras los fusilamientos,
se alejó del poder e intentó escapar de Cuba, siendo arrestado y encarcelado.
Luego de una huelga de hambre, gracias a la mediación de importantes figuras
internacionales, logró exiliarse. El libro es una descripción exuberante de la
intimidad de la élite política y militar castrista (una verdadera aristocracia
homofílica), y del cruento accionar de Fidel Castro para eliminar al hombre que
mejor pudo encabezar un recambio en la isla.- El furor y el delirio (1999), de Jorge Masetti. El autor, hijo de un célebre revolucionario, narra sin contemplaciones no sólo las peripecias de uno de los principales protagonistas de la “guerra de guerrillas” destinada a crear, según la ya célebre consigna del Che, “varios Vietnams” en toda Latinoamérica, sino el proceso de su propia toma de conciencia, íntimamente unido a la evolución de la reciente historia cubana. El libro revela la cara oculta de la acción internacional del Estado cubano, que no duda en violar todas las leyes propias y ajenas para llenar las arcas vacías de su política expansionista en África y América. Jorge Masetti cuenta en cierto modo la historia de la segunda fase de la guerrilla, después de la muerte del Che, con frentes de lucha por toda Latinoamérica. El desgaste económico de Cuba obligó a los líderes de esos agitadores a buscarse sus propios medios de subsistencia transgrediendo rápidamente la estrecha frontera entre operativos militares y delincuencia.
- Mi querido Fidel: mi vida, mi amor y mi traición (2002), de Marita Lorenz. Libro de una ex amante de Fidel devenida en agente de la CIA, donde cuenta su relación con el líder cubano y su frustrado intento de matarlo.
COMBATES:
También desde los años 90, han aparecido
libros que exhuman el pasado reciente de Cuba, pero desde la perspectiva local,
exponiendo la heroicidad en las luchas contra gobiernos enemigos y el acoso que
éstos realizaron mediante el espionaje, el sabotaje, incluso el terrorismo y
los intentos de magnicidio contra Fidel Castro. Menciono sólo algunos:
- La CIA contra el Che (1992), de Adys Cupull y
Froilán González, es una investigación que indagó en fuentes públicas y
secretas de Bolivia y Cuba, para reconstruir los últimos momentos del Che y
precisar quiénes lo mataron y qué implicación tuvo la agencia de espionaje
norteamericana.- Acción ejecutiva. Objetivo: Fidel Castro (2006), de Fabián Escalante, y Fidel en la mira: testimonio de un acoso (2010), de Luis Adrián Betancourt. Estos dos libros, junto a otros, describen los fallidos intentos de asesinato de Fidel Castro.
- Bajo las alas del Cóndor (2007), de José Luis Méndez Méndez. Denuncia de los actos terroristas y la represión avalados por EE.UU. en Latinoamérica, ejecutados, entre otros, por mercenarios cubanos.
2 comentarios :
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