viernes, 23 de junio de 2017

EL PODER DEL PERRO, de Don Winslow (Mondadori)

Título: El poder del perro
Autor: Don Winslow (1953-)
Título original: The power of the dog (2005) \ Nº 1 en la serie “Art Keller”
Traducción: Eduardo G. Murillo
Prólogo: Rodrigo Fresán
Cubierta: Enric Jardí (diseño); Walter B. McKenzie/Getty Images (il.)
Editor: Editorial Mondadori (Buenos Aires)
Edición: 2ª ed.
Fecha de edición: 2011-05
Edición anterior: 1ª ed. (2009-04)
Descripción física: 719 p.; 14,5x21,5 cm.: solapas
Serie: Roja & negra / dirigida por Rodrigo Fresán
ISBN: 978-987-658-012-0
Estructura: “En el volcán” por Rodrigo Fresán, prólogo, 5 partes, 15 capítulos, epílogo
Información sobre impresión:
Esta edición de 3.000 ejemplares se terminó de imprimir en Printing Books S.A., Mario Bravo 835, Avellaneda, Bs. As., en el mes de mayo de 2011.

Información de cubierta:
“Una hermosa visión comprimida del infierno.”
JAMES ELLROY

Información de contracubierta:
Década de los setenta: el gobierno de Estados Unidos emprende una lucha sin cuartel contra el narcotráfico en México. Art Keller, un joven agente de la DEA, acaba muy pronto con el patrón local. Un error fatal: otro más cruel y ambicioso lo sustituye. Narcovaqueros, mafia al más puro estilo italoamericano, una jauría de irlandeses armados y policías corruptos conforman el universo de este thriller épico, coral y sangriento.

Información de solapas:
Antes de dedicarse a escribir, Don Winslow (Nueva York, 1953), trabajó de investigador privado, guía de safaris y actor, entre otras ocupaciones. Su primera novela traducida al castellano, El poder del perro, ha sido un éxito internacional. Actualmente, Don Winslow vive en San Diego con su familia.

El Padrino en versión narcomex.”
Rodrigo Fresán

“Con las herramientas del mejor James Ellroy, Winslow se instala en la frontera entre México y Estados Unidos, mira a ambos lados con la misma lucidez y cuenta cómo se ve El Padrino desde allí.”
Enrique de Hériz

MI COMENTARIO:
Se podría decir que El poder del perro es una novela de repaso y reformulación. Repaso por la historia de la guerra contra las drogas, ese verdadero fenómeno político-militar que Estados Unidos impulsa desde los ’70. Reformulación de esta historia, pues mezcla personajes y situaciones reales y ficticias. El personaje principal es el veterano de Vietnam y agente de la DEA Art Keller; actúa como testigo y protagonista de las facetas más tenebrosas de este período de la historia americana:
- La “Operación Cóndor”, una campaña de eliminación de las plantaciones de amapolas en México, que terminó generando una renovación de los líderes narcos y una modernización en sus crueles procedimientos.
- El escándalo Irán-Contras, también conocido como Irangate, en el que sectores militares y de inteligencia norteamericanos se encargaron de canjear armas con Irán por dinero para financiar a los contrarrevolucionarios nicaragüenses en su lucha contra el gobierno sandinista de la década de los ’80. En la novela, este esquema secreto encubre la “Operación Cerbero”, una conspiración gubernamental que utiliza los ingresos por la venta de la cocaína en EE.UU. para sostener a la Contra. Consecuencias: las calles norteamericanas se llenaron de drogas y el narcotráfico mexicano quedó fortalecido.
- El asesinato de Ernie Hidalgo, compañero de Keller, en manos de uno de los cárteles. Aquí Winslow recrea uno de los hechos más famosos de esta guerra: el secuestro y muerte en 1985 de Enrique “Kiki” Camarena, agente encubierto de la DEA.
- La “Operación Niebla Roja”, conducida por elementos de la CIA y avalada por el gobierno, cuya finalidad es el asesinato de políticos y guerrilleros de izquierda latinoamericanos mediante una red de señores de la droga, grupos de ultraderecha y asesinos venidos de otros continentes, todo auspiciado por el sector conservador de la Iglesia Católica. Una especie de adaptación del Programa Fénix (los asesinatos planificados por la Agencia en Vietnam), del cual Keller fue partícipe.
- El fraude electoral de 1988, en el que los capos narcos ayudaron al PRI en la manipulación de los resultados de la elección presidencial, haciendo perder la contienda al izquierdista Cuauhtémoc Lázaro Cárdenas.
- El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), puesto en vigor el 1º de enero de 1994, tratado que benefició especialmente a los narcotraficantes mexicanos, quienes sustituyeron a los colombianos en la supremacía del negocio. Ese año, la “Federación” de cárteles narcos realiza una monumental jugada financiera que pone a México al borde de la quiebra; con ella, literalmente compra al país, asegurándose la protección permanente del gobierno.
Estos son los elementos “macro” de la historia. Winslow los articula con una multitud de elementos “micro”: las desventuras de un grupo de personajes que incluyen a Art Keller; Nora Hayden, una prostituta californiana que termina siendo la amante permanente de Adán Barrera, uno de los capos más importantes; Miguel Ángel Barrera y sus hijos Adán y Raúl, en conflicto con Güero Méndez, patrón del cuartel de Baja; el obispo Juan Parada, que conoce a Nora durante el gran terremoto de 1985 y cae asesinado por Güero cuando intenta mediar entre los capos para que cesen su lucha interna; Sean Callan, un joven de Nueva York, asesino de la mafia, posteriormente involucrado en la Operación Niebla Roja y finalmente amante de Nora; Sal Scachi, ex militar, ex agente de la CIA, integrante de la mafia, coordinador de la Operación Niebla Roja y de los asuntos sucios que el gobierno norteamericano no puede blanquear; Antonio Ramos, agente del DFS (el servicio secreto mexicano de entonces), una verdadera máquina de matar, que constantemente lleva una Uzi a la que llama “Esposa”...
Estos personajes, junto a otros, van despeñándose a lo largo de las más de 700 páginas de la novela. La decepción, el derrumbe moral es apabullante, en un mundo donde nada es lo que parece, y donde la muerte se esconde en los lugares más cotidianos. Casi todos mueren: aquí se puede sentir el espíritu de las novelas pesimistas de los años setenta. Sin embargo, es evidente que Winslow no es Claude Klotz o Ted Lewis, escritores que miraron al mundo con una lucidez rabiosamente independiente. Es una novela negra, sí, pero busca un equilibrio frente a la historia conocida y supuesta. Las conspiraciones y operaciones que devela son, en definitiva, la parte más apasionante. Como lector, deseaba que siguiese contando esas historias de narcos creadores de presidentes y presidentes creadores de guerras encubiertas. La parte que más me gustó es la que involucra a Reagan y George H. Bush en el lado más nefasto del Irangate; allí, Keller se encuentra en Honduras, y tiene una reveladora charla con Hobbs, ex responsable de la Operación Fénix, ahora jefe de sección de la CIA para América Central:

—¿Qué crees que es esto? —pregunta [Hobbs].
Art se encoge de hombros.
—Una selva tropical.
—A mí me parece la nariz de un camello —contesta Hobbs—. Ya conoces el viejo proverbio árabe: en cuanto el camello mete la nariz dentro de la tienda, el camello está dentro de la tienda. Nicaragua está ahí abajo, la nariz del camello comunista en la tienda del istmo de Centroamérica. No es una isla como Cuba, que podemos aislar con nuestra armada, sino parte del continente americano. ¿Cómo estás en geografía?
—Pasable.
—Entonces ya sabrás que la frontera sur de Nicaragua, la que estamos mirando ahora, se halla apenas a cuatrocientos cincuenta kilómetros del canal de Panamá. Comparte la frontera del norte con una inestable Honduras y un El Salvador aún menos estable, los cuales están luchando contra la insurgencia comunista. Y también Guatemala, que sería la siguiente pieza del dominó en caer. Si estás puesto en geografía, sabrás que entre Guatemala y los estados del sur de México, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas, solo hay selva tropical y selva montañosa. Esos estados son rurales y pobres en su mayor parte, habitados por campesinos sin tierras, víctimas perfectas de la insurgencia comunista. ¿Qué pasaría si México cayera en poder de los comunistas, Arthur? Cuba ya es bastante peligrosa... Imagina una frontera de tres mil kilómetros con un país satélite de los comunistas. Imagina bases de misiles soviéticos en Jalisco, Durango, Baja.
—¿Qué pasaría? ¿Se apoderarían de Texas a continuación?
—No, de la Europa occidental —dice Hobbs—, porque saben, y es cierto, que ni siquiera Estados Unidos posee los recursos militares o económicos suficientes para defender una frontera de tres mil kilómetros con México y el desfiladero de Fulda al mismo tiempo.
—Estáis locos.
—¿De veras? —pregunta Hobbs—. Los nicaragüenses ya están pasando armas a través de la frontera para el FMLN de El Salvador. Pero no hace falta que vayamos tan lejos. Piensa únicamente en Nicaragua, un Estado satélite de los soviéticos montado a horcajadas sobre Centroamérica. Imagina submarinos soviéticos con base en la orilla del Pacífico desde el golfo de Fonseca, o en la orilla del Atlántico, siguiendo el golfo de México. Podrían convertir el Golfo y el Caribe en un lago soviético. Piensa en esto: si ya nos costó detectar silos de misiles en Cuba, intenta detectarlos en estas montañas, en la cordillera Isabelia. Misiles de alcance medio podrían llegar a Miami, Nueva Orleans o Houston, y nos quedaría muy poco tiempo para reaccionar. No quiero ni hablar de la amenaza de los misiles lanzados desde submarinos en el Golfo o el Caribe. No podemos permitir que Nicaragua sea un Estado satélite soviético. Así de sencillo. La Contra arde en deseos de ocuparse de la labor. ¿O prefieres ver a chicos norteamericanos combatiendo y muriendo en esa selva, Arthur? Tú eliges.
—¿Quieres que elija entre la Contra que trafica con droga, los terroristas cubanos y los escuadrones de la muerte salvadoreños que asesinan mujeres, niños, curas y monjas?
—Son brutales, malvados y crueles —dice Hobbs—. Solo superados por los comunistas. Echa un vistazo al globo —continúa Hobbs—. Salimos corriendo de Vietnam, y los comunistas aprendieron la lección. Conquistaron Camboya en un abrir y cerrar de ojos. Nosotros no hicimos nada. Invadieron Afganistán, y no hicimos nada, salvo prohibir que unos deportistas participaran en unas carreras. Así que, después de Afganistán, siguen Pakistán y la India. Y después, se acabó, Arthur: toda Asia se tiñe de rojo. Tienes estados satélites soviéticos en Mozambique, Angola, Etiopía, Irak y Siria. Y nosotros no hacemos nada de nada, así que piensan: «Estupendo, vamos a ver si no hacen nada en Centroamérica». Se apoderan de Nicaragua, ¿y cómo reaccionamos? La Enmienda Boland.
—Es la ley.
—Es un suicidio —dice Hobbs—. Solo un idiota o el Congreso serían capaces de cometer la locura de permitir que un títere soviético se enquistara en el corazón de Centroamérica. Es imposible describir semejante estupidez. Teníamos que hacer algo, Arthur.
—De modo que la CIA asume la responsabilidad de...
—La CIA no asumió ninguna responsabilidad —dice Hobbs—. Es lo que intento explicarte, Arthur. Cerbero emana de la más alta autoridad del país.
—Ronald Reagan...
—... es Churchill. En un momento crítico de la historia, ha visto la luz y ha decidido actuar.
—¿Me estás diciendo...?
—No está enterado de todos los detalles, por supuesto —dice Hobbs—. Solo nos ordenó dar marcha atrás a lo que estaba sucediendo en Centroamérica y derrocar a los sandinistas, «con todos los medios necesarios». Te lo citaré textualmente, Arthur: la Directiva Número Tres del Departamento de Seguridad Nacional autoriza al vicepresidente a tomar el mando de las actividades contra los terroristas comunistas que actúan en Latinoamérica. En respuesta, el vicepresidente formó el Terrorist Incident Work Group (TIWG), con base en El Salvador, Honduras y Costa Rica, que a su vez instituyó la National Humanitarian Assistance Operation (NHAO), la cual, a su vez, de acuerdo con la Enmienda Boland, tiene como misión proporcionar ayuda «humanitaria» no letal a los refugiados nicaragüenses, es decir, a la Contra. La Compañía no dirige la Operación Cerbero, ahí te has equivocado, sino que lo hace la oficina del vicepresidente. Scachi se halla bajo mis órdenes directas, y yo bajo las del vicepresidente.
—¿Por qué me estás contando esto?
—Apelo a tu patriotismo —dice Hobbs.
—El país al que amo no se acuesta con gente que tortura hasta la muerte a sus propios agentes [se refiere al asesinato de Ernie Hidalgo].
—Pues entonces a tu pragmatismo —dice Hobbs. Saca unos documentos del bolsillo—. Documentos bancarios. Depósitos ingresados en tus cuentas de las islas Caimán, Costa Rica, Panamá... Todos de Miguel Ángel Barrera.
—No sé nada de eso.
—Resguardos de reintegros con tu firma.
—Tuve que hacer ese trato.
—El menor de dos males. Exacto —dice Hobbs—. Comprendo muy bien el dilema. Ahora te pido que comprendas el nuestro. Guardas nuestro secreto, nosotros guardamos el tuyo.
—Que te jodan.

El lado “micro” de la novela es una decantación de las posibilidades del thriller. Winslow las conoce a todas, y las utiliza, por lo general muy bien, aunque no puede evitar que tengan un tono artificioso. Va desde las brutales escenas de tortura hasta el amor intimista. La que más me gustó fue el viaje de Nora y Adán Barrera a China, para concretar una compra de armas destinadas a la guerrilla de las FARC. En ella, Winslow deja el cuidado que muestra durante la novela y retrata el brillo crudo y cínico de la vida de estos señores de la vida y la muerte.
El final es demasiado cinematográfico, con casi todos los protagonistas que quedan con vida encontrándose en un sangriento intercambio de prisioneros. Una novela escrita bajo normas de calidad ISO, en un 90% disfrutable.

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