sábado, 8 de agosto de 2009

MISION EN MARSELLA, de Alan Caillou (Novaro)

Título: Misión en Marsella
Autor: Alan Caillou (1914-2006)
Título original: Marseilles (1964) \ Nº 2 en la serie “Mike Benasque”
Traducción: Enrique Lombera Pallares
Editor: Editorial Novaro (México)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1965-07-18
Descripción física: 222, 1 p.; 10,5x16,5 cm.
Serie: Joyas de bolsillo #264
Estructura: 11 capítulos
Información sobre impresión:
Esta primera edición de 15,000 ejemplares se terminó de imprimir el día 18 de julio de 1965, en los talleres de Novaro Editores-Impresores, S.A., Calle 5, Nº 12, del Fraccionamiento Industrial Naucalpan de Juárez, Edo. de México.

Información de cubierta:
Su trabajo consistía en desenmascarar a una organización terrorista que ya lo había sentenciado a muerte

Información de contracubierta:
UN AGENTE MUERTO ES UN MAL AGENTE
La vida de Benasque transcurría entre la intriga y la aventura, entre los deslumbrantes bailes de las embajadas y el pérfido y sombrío mundo de los muelles.
Así que cuando el elegante director de EL OUTSPEAK le pidió que investigara las actividades de un obstinado grupo de terroristas llamado los “Compañeros”, aceptó.
Sabía, por ejemplo, que su contacto en Marsella sería el mismo hombre sospechoso de haber traicionado a su propia unidad secreta en provecho de los nazis, durante la guerra. Y sabía que su predecesor, misteriosamente desaparecido, era el ex-oficial de la S.S. que había capturado a su grupo.
Lo que Benasque no sabía era que los “Compañeros” lo estaban esperando, para asesinarlo.

Información de página inicial:
Un agente muerto es un mal agente
Harry Slewsey se encogió de hombros y comenzó a untar mantequilla en una galleta.
—Mike —dijo, como quien no quiere la cosa—, no te pido que hagas nada que no quieras hacer. Recuerda lo que decían durante la guerra: “Un agente muerto es un mal agente.” Lo mismo sucede ahora; necesitas estar vivo para poder contar lo que aprendiste.
—Pero en aquellos días, los objetivos eran mucho más altos.
—Sí, y la paga mucho más baja. Recuerda, Mike —añadió Slewsey—, si necesitas ayuda, todo lo que tienes que hacer es cablegrafiarme. Nosotros te respaldamos firmemente, en caso de dificultad.
—Está bien. Pero supongo que no voy a meterme en líos; ¿o sí?
Harry no contestó. Tal vez se preguntaba, en aquel momento, si sabría yo algo de lo que me esperaba más adelante.
Y en efecto, en eso pensaba yo precisamente.

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