lunes, 4 de enero de 2010

EL DRAGON, de Alfred Coppel (Emecé)

Título: El dragón
Autor: Alfred Coppel (1921-2004)
Título original: The dragon (1977)
Traducción: Alicia Steimberg
Cubierta: Paul Bacon
Editor: Emecé Editores (Buenos Aires)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1977-11
Descripción física: 397, 2 p.; 12,5x18,5 cm.
Serie: Grandes novelistas
Estructura: 4 partes, 54 capítulos
Información sobre impresión:

Buenos Aires, noviembre de 1977
Primera edición en offset: 18.000 ejemplares
Editor: Emecé Editores, S.A. - Alsina 2062, Bs. As.
Impresor: Compañía Impresora Argentina, S.A. - Alsina 2049, Bs. As.
Distribuidor: Emecé Distribuidora, S.A.C.I.F. y M. - Alsina 2062, Bs. As.


Información de contracubierta:

El presidente Lambert encabeza la delegación de los Estados Unidos a la conferencia cumbre de Inglaterra, pero en realidad participa de una misión secreta meticulosamente planeada en Moscú y Pekín. Su tarea es mediar entre China Roja y la Unión Soviética. Lambert sabe que el premier ruso está gravemente enfermo, quizás agonizando. Está enterado de que China puede haber desarrollado una nueva arma nuclear que rompa el delicado equilibrio de fuerzas. Pero no sabe que su viaje secreto pondrá en marcha una aviesa conspiración para tomar el poder en la Unión Soviética, y una peligrosa intriga que puede desencadenar una crisis mundial.
Alfred Coppel, autor de
Emboscada en el Sinaí, traducido a quince idiomas, ha escrito esta nueva novela de suspenso, amor y ambición, sobre un futuro no lejano ni imposible, que resulta a la vez una inquietante reflexión sobre el presente.

MI COMENTARIO:
Esta novela está ambientada en un futuro próximo a la fecha de su edición (1977), aparentemente en los mediados de la década de los ’80. Cleveland Lambert, presidente de los Estados Unidos (no se aclara de qué partido político), viaja a Inglaterra para una cumbre, pero dicho viaje es una pantalla para esconder otro, que lo llevará a Moscú y Beijing. Su objetivo es mediar ante los líderes de las dos potencias comunistas para evitar una guerra chino-soviética. En la Depresión del Turfán, China está desarrollando un arma láser capaz de destruir cualquier misil o satélite que se ubique sobre su territorio. En la Unión Soviética, se fragua una vasta conspiración que, aprovechándose de la inminente muerte del Primer Secretario, Valentin Kirov, busca iniciar la guerra con el gigante asiático y de esa manera tomar el control absoluto del área comunista.
Semejante trama internacional, donde aparecen constantemente los dirigentes de estos tres grandes países, es acompañada por la actuación de una gran cantidad de personajes que, de distintas formas, influyen en el desarrollo de la historia. El principal es el coronel Harry Grant, del ejército de los EEUU, que es enviado a Inglaterra por Lambert en misión secreta para averiguar la muerte de un espía ruso que, aparentemente, quería desertar a Occidente. El hecho que el presidente Grant envíe a un militar y no a un espía de la CIA revela un tema que es la base de la ideología de la novela: la decadencia del sistema de inteligencia y seguridad norteamericano luego de los acontecimientos del Watergate y de las investigaciones que realizó el Congreso de EEUU. La desconfianza que tiene el presidente sobre una CIA disminuida lleva a tomar decisiones en secreto, sin consultar al mundillo político de Washington. Coppel vuelca sus simpatías a las actividades de Lambert y Grant, mientras que con la actuación de otros personajes (el oportunista senador DeWitt Sutton y la agresiva periodista Jane McNary) describe negativamente el comportamiento de parte del establishment liberal norteamericano, opuesto a reforzar los poderes secretos y militares del estado. La novela refleja la creciente preocupación de la opinión pública estadounidense sobre la debilidad de su nación frente a la expansión creciente de la Unión Soviética. Esta preocupación fue utilizada inteligentemente por Ronald Reagan para llegar al poder a principios de los ’80.
Junto al peligroso juego de ajedrez geopolítico que propone la novela, Coppel describe eficazmente las relaciones que se van produciendo entre los personajes: la relación amorosa pero llena de contradicciones entre el conservador Grant y la radical McNary; la posterior vinculación de Grant con Bronwen Wells, amante del espía ruso asesinado; la problemática sucesión del moribundo Kirov, donde se puede ver el complicado funcionamiento de la nomenklatura soviética; las tribulaciones de Li Chin, el ingeniero encargado del proyecto del rayo láser (“El Dragón”), que termina cayendo en una espiral de fanatismo y locura; ... En fin, sería largo mencionar todos los personajes e incidentes que presenta el libro. La gran cantidad de capítulos (54) en que Coppel dividió la novela ayuda a la comprensión de todos ellos. Para mi gusto, el más tremedo fue el capítulo 17. En él aparece Patrick Sullivan, uno de los asesinos del espía ruso, escondido en una sórdida habitación en los suburbios de Londres. Está acompañado por Bridget, una revolucionaria norteamericana que era amante de Sean, el hermano de Patrick, muerto en la operación de asesinato. Los dos eran integrantes del IRA, pero últimamente se dedicaban a matar por dinero. Patrick se siente viejo y cansado, y ve que la causa de la independencia de Irlanda del Norte agoniza frente a la firme reacción inglesa. Le queda Bridget, que se muestra como una verdadera ninfómana. El capítulo es de un sabor denso y amargo, crepuscular, protagonizado por dos personas que apelan al sexo frente a la inevitabilidad de sus muertes. He aquí un fragmento:


“Sullivan se quedó sentado en el borde de la cama, contemplándola. Un súcubo, pensó. Los jesuitas sabían todo lo referente a ti y a criaturas como tú. Aunque hacía diez años que Sullivan no entraba en una iglesia, y aunque en quince años de matar desconocidos jamás había tenido un escozor en la conciencia, sintió de pronto el terror de la condenación. Sacudido por un terror helado, cayó sobre ella, deseando con toda su alma clavarla a la cama, a la tierra, con la espada de su cuerpo...”


Coppel tiene la capacidad de mezclar estas páginas de novela noir con las intrigas y conspiraciones que amenazan al mundo. Realmente lo hizo muy bien en El dragón, una novela que recomiendo.

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