viernes, 6 de diciembre de 2019

LA INVITACION, de Beatriz Guido (Losada)

Título: La invitación
Autora: Beatriz Guido (1922-1988)
Cubierta: Silvio Baldessari
Editor: Editorial Losada (Buenos Aires)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1979-10-23
Descripción física: 197 p.; 11,5x20 cm.
Serie: Novelistas de nuestra época
Estructura: capítulos sin numeración
Información sobre impresión:
Esta primera edición de La invitación, de Beatriz Guido, se terminó de imprimir el día 23 de octubre de mil novecientos setenta y nueve en Artes Gráficas Bartolomé U. Chiesino, Ameghino 838, Avellaneda.
Fotocomposición y armado: Fototipia Linfoseter, S.A. Pasaje El Maestro 168, Buenos Aires.
La presente edición consta de diez mil ejemplares.

Información de contracubierta:
Calificar de acontecimiento literario la aparición de esta novela no supone más que un acto de justicia el reconocimiento de un hecho que no se puede rehuir. Aunque para Beatriz Guido, según propias palabras, escribir sea tan natural corno respirar, aunque cuentos y ensayos marquen sus inicios literarios manifiestos; aunque luego el cine haya difundido su nombre en ámbitos más amplios; sin embargo, Beatriz Guido fue, desde La casa del ángel, la gran novelista de esa generación de escritores argentinos surgida hacia 1956. La caída, Fin de fiesta, El incendio y las vísperas, Escándalos y soledades han ratificado una y otra vez aquella primacía; pero es ahora, tras un silencio que debe interpretarse como un período de sabio ajuste y lenta maduración, que Beatriz Guido emerge, más allá de todo molde o encasillamiento, como nuestra mayor novelista. La espléndida y fascinante historia que se desarrolla en la estancia Las Alondras, en el mágico sur patagónico, entre ciervos en celo y copiosas lluvias, posee los mejores atributos de su arte narrativo —suspenso de buena ley, clima ambiguo y opresivo, relaciones personales ambivalentes, diálogos incisivos, emotiva vivencia de los objetos—; pero, además, La invitación se erige en la mejor muestra de una escritura que ha sabido hacer de la alusión y el encubrimiento aparente un sostenido ariete para indagar la historia (aquí: 1973) y esclarecer su trama secreta.

Fotografía de la autora en la contratapa del libro

MI COMENTARIO:
La llamada “masacre de Ezeiza” aconteció el 20 de junio de 1973. El expresidente Juan Domingo Perón regresaba al país después de casi dos décadas de exilio, y una gigantesca manifestación de simpatizantes acudió al aeropuerto de la localidad de Ezeiza para recibirlo. El evento terminó en un baño de sangre, cuando distintas facciones del peronismo se enfrentaron con armas de fuego. Esta matanza nunca se investigó adecuadamente, y se ha vuelto un tema tabú en la historia argentina, prácticamente obviado en las discusiones públicas y mediáticas. Las versiones que pueden encontrarse sobre lo sucedido apuntan en distintas direcciones, desde convertirse en el destino natural del enfrentamiento entre las alas izquierda y derecha del peronismo, hasta ser el producto de una conspiración internacional. La cantidad de muertos también es un misterio: según las versiones, va desde una docena hasta el medio millar de víctimas mortales. A la distancia, queda claro que fue un punto de inflexión en la visión de las clases media y alta sobre el destino del país: su conclusión fue que la situación del mismo jamás mejoraría mientras el peronismo exista, y que la infiltración comunista en dicho movimiento sería difícilmente reversible. La fabulosa emigración de los capitales argentinos durante las décadas que siguieron evidencian el pesimismo asumido. Sin embargo, la discusión mediática y cultural, dominada por la tendencia “progresista”, llamativamente ha eludido esta deriva.
Beatriz Guido, relevante escritora argentina de las décadas de los 50, 60 y 70, aborda ese evento de forma tangencial en La invitación. En una entrevista le preguntaron si seguía los pasos de Frederick Forsyth al ingresar en el género del thriller, autor cuyo estilo rechazó de plano. Julián Sánchez, traficante de armas argentino, llega a las cercanías de Bariloche para encontrarse con el empresario Cambón, y con misteriosos delegados de alguno de los grupos políticos en pugna. Sánchez conoce a los cuatro hijos de Cambón, entre ellas a Elisa, que paulatinamente se enamora de él. El relato es proporcionado por Gustavo Cambón Zurbarán, uno de los hijos de Cambón. Guido brinda poca información sobre el destino de las armas, pero en un momento deja constancia que Cambón está de acuerdo con el regreso de Perón al país. ¿Para instaurar la Argentina socialista que reivindicaba la subversión de izquierda, o para restaurar la Argentina peronista de los años ’50, como añoraban sus seguidores más tradicionales? No queda claro, pero en realidad importa poco: la masacre de Ezeiza abrió un agujero negro que se engulló a la vieja República, y dejó en su lugar un territorio fácil de saquear, por propios y extraños.
Me pregunto a qué corriente narrativa echó mano Guido en esta novela, ya que a lo largo de su carrera utilizó distintas modas estilísticas en sus libros. Sospecho que se inclinó por escribir un libro personal, centrándose en los comportamientos de un grupo pequeño de personajes pertenecientes a su clase social mientras en el exterior arrasa el huracán de la Historia. Es curioso: durante su lectura, La invitación me irritó bastante, tiene una elaboración huraña y caprichosa que rehúye de un tránsito placentero (lo más inspirador termina siendo la reseña de la película Casablanca, que los protagonistas miran en una proyección doméstica); sin embargo, después de terminarla, me dejó un recuerdo agradable, intrigante, como si dejara la certeza de que el paso del tiempo permitirá descubrir sus secretos. Ese tiempo ha llegado: ante la inminencia de un nuevo gobierno peronista en Argentina, que volverá reunir las distintas ramas internas enfrentadas en Ezeiza, renace el interés en saber cómo se dirimirán esas viejas tensiones. He aquí un párrafo que puede servir de acertijo:
Comprendí que yo era el mayor de nosotros tres. Pensé: los únicos que sobrevivíamos en la casa. Los demás, mi madre, mi abuela, los sirvientes, sólo servían a mi historia, pero eran sólo fantasmas, a quienes los malones habían permitido sobrevivir.


ADAPTACIÓN AL CINE:
La adaptación cinematográfica de La invitación se realizó en 1982 bajo la dirección de Manuel Antín. Los protagonistas principales fueron Rodolfo Bebán (Julián Sánchez), Graciela Alfano (Elisa), Pepe Soriano (Cambón), China Zorrilla (Dolores Ortega de Zubarán, “Mamacita”), Elida Gay Palmer (Adriana), Boy Olmi (Gustavo), Roberto Antier (Pablo) y Ulises Dumont (Ladillo).

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