viernes, 3 de abril de 2015

SORGE: EL ESPIA QUE DECIDIO LA GUERRA, de Charles A. Willoughby (Pegaso)

Título: Sorge: el espía que decidió la guerra
Autor: Charles A. Willoughby (1892-1972)
Título original: Shanghai conspiracy: the Sorge spy ring (1952) (la edición inglesa se llamó Sorge: Soviet master spy)
Traducción: s.d.
Prólogo: Douglas MacArthur
Editor: Editorial Pegaso (Buenos Aires)
Fecha de edición: 1953-05-04
Descripción física: 316, 3 p.; 14,5x19,5 cm.: solapas
Estructura: prólogo, 4 partes con subpartes
Información sobre impresión:
Terminóse la impresión de este libro el día 4 de mayo de 1953 en Impresiones El Sol S.R.L., Jujuy 729, Buenos Aires

Información de solapas:
Legendaria figura la de este espía. Su actuación en los países de Oriente lo convierte en el organizador de la red de espionaje más importante de la última guerra. Ninguno de los hombres que integraban esta organización eran profesionales. Todos llevaban dentro de sí un pensamiento que era motor, dinámica, energía; proyectaban un sentimiento en su accidentada actividad. Y así sirven a la causa: con pasión, con amor; y a ella le entregan todo. Sorge, él lo dice en sus breves pero trascendentes memorias: de no haberle colocado el azar en el camino de la intriga, hubiese sido un erudito. Nadie como él llegó a dominar los problemas que en ese entonces agitaban a China y Japón. Pero los acontecimientos lo llevan, arrastran sus deseos tras de sí y los convierten en espía. Y ahí proyecta su cultura; hombre dominador de varios idiomas, de una gran personalidad, coloca en su actividad pasión, y da nuevos rumbos al espionaje. Por primera vez en la historia del mismo no se realiza un solo acto de sabotaje. Más que eso interesan los datos estadísticos; secretos de movilización; cuántas divisiones hay en juego en esos momentos; qué tiempo se tardará en movilizar otras; indagación del pensar político que existe en las esferas del Japón con respecto a la U.R.S.S.; cuáles son las combinaciones entre el Estado Mayor Alemán y Japonés. Todas estas preguntas se van cerrando lentamente. Y entonces surgen las de importancia fundamental para Rusia: ¿en qué dirección se proyectará el futuro ataque japonés? No. No ha de ser contra Rusia. Se desguarnecen las fronteras siberianas, y esas tropas van a la defensa de Stalingrado. Su carnet del partido nazi y su posición de corresponsal del diario más importante de Alemania lo acercan a la embajada alemana en el Japón, y se convierte en asesor de los agregados militares. Lo consultan cuando tienen que informar a su país. Al diario del cual es corresponsal lo jerarquiza con sus artículos sobre los problemas de Oriente. La confianza es cada vez más amplia. Se entera de los planes de guerra combinados que tienen ahora los alemanes con los japoneses. Y sigue informando; esa es su misión. Cuando lo detienen, prácticamente su tarea había terminado, y ya pedía su retiro. El destino le hace una jugarreta que le cuesta la vida.

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