viernes, 29 de julio de 2016

LA SOMBRA DEL ESCORPION, de Jerry Cotton (Bruguera)

Título: La sombra del escorpión
Autor: Jerry Cotton (seudónimo editorial)
Título original: Der schatten des skorpions (1983) \ nº 1368 en la serie “Jerry Cotton”
Traducción: Christian Weirich Titzl
Editor: Editorial Bruguera (Barcelona)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1985-01
Serie: Jerry Cotton, publicación semanal #7
ISBN: 978-84-02-10295-9 (84-02-10295-6)
Depósito legal: B. 40.368-1984
Volumen publicado en: Selección de novelas policíacas #2
Estructura: partes sin numeración
Información sobre impresión:
Impreso en los Talleres Gráficos de Editorial Bruguera, S.A.
Carretera Nacional 152, km 21,650, Parets del Vallès
(Barcelona - España)

Reseña aparecida en “Conjura en la costa oeste”:
Un asesino a sueldo de Moscú siembra el pánico en Nueva York...
No sin sorpresa, el agente especial Keith Anderson constató que se sentía inquieto, mientras bajaba por la rampa al garaje subterráneo número 12 del Kennedy Airport. “No seas imbécil —pensó, intentando tranquilizarse—. Es sólo una misión de rutina.”
Tenía que recoger a un miembro de la tripulación de un aparato de la línea aérea rusa Aeroflot, que había decidido prolongar indefinidamente su escala en Nueva York.
Sus superiores le habían ordenado recibir al tránsfuga ya que, desde algunas semanas, un despiadado asesino aterrorizaba a la pequeña colonia de refugiados rusos. Lo único que se sabía de él era que operaba bajo el seudónimo de Escorpión.
Pero Anderson no tenía motivos para preocuparse: el killer del KGB no podía saber nada de la huida del hombre de la Aeroflot.
El agente del FBI aspiró el aire húmedo y volvió a consultar su reloj. Era la hora de la cita. Otra vez le invadió esa extraña sensación de peligro, para el que no encontraba una explicación racional. Se pasó una mano trémula por el rostro, tenso y pálido. Sí, el agente especial tuvo que admitir que sentía miedo. Era como si una mano gigantesca le oprimiera el pecho.
Anderson era aún demasiado joven como para poder descifrar el oscuro lenguaje del instinto. No entendía que su inconsciente le estaba dando la alarma. “Sal de aquí cuanto antes —rezaba el mensaje—, huye, estás en peligro de muerte.”
Escuchó el chasquido de una puerta y el martilleo de unos pasos, acercándose. En la tenue luz amarillenta de una bombilla reconoció el uniforme azul marino y la gorra con visera. Era el fugitivo ruso al que estaba esperando.
En este momento ya era demasiado tarde para que se salvaran. La negruzca sombra del Escorpión había caído sobre los dos hombres, envolviéndoles con el oscuro manto de la muerte. No tenían escapatoria.

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