jueves, 14 de marzo de 2024

EL BUITRE PACIENTE, de James Hadley Chase (Emecé)

Título:
El buitre paciente
Autor: James Hadley Chase (1906-1985)
Título original: The vulture is a patient bird (1969)
Traducción: Kicsi Schwarcz
Cubierta: Eduardo Ruiz (diseño)
Editor: Emecé Distribuidora (Buenos Aires)
Edición: 2ª impr.
Fecha de edición: 1990-07
Descripción física: 256, 2 p.; 14x20 cm.: solapas
Serie: Grandes maestros del suspenso
ISBN: 978-950-04-0976-6 (950-04-0976-3)
Estructura: 9 capítulos
Información sobre impresión:
Edición anterior: 18.000 ejemplares
2ª impresión en offset: 4.000 ejemplares
Impreso en Compañía Impresora Argentina S.A., Alsina 2041/49, Buenos Aires, julio de 1990
 
Información de contracubierta:
Kahlenberg es un coleccionista de objetos de arte, millonario y obsesivo. Ha robado a un coleccionista rival un famoso anillo envenenado que perteneció a César Borgia. Su colección está oculta en un remoto paraje de África. Un criminal, un contrabandista y un cazador son contratados para recobrar el anillo. Los acompaña una hermosa mujer que debe penetrar en el lugar secreto.
El buitre paciente es una apasionante historia de aventuras que demuestra una vez más que muy pocos escritores pueden llegar al nivel de Chase en el manejo del suspenso.
 
Información de solapas:
James Hadley Chase (René Raymond) nació en Londres, estudió en Rochester y vivió durante un tiempo en Francia. Escribió más de ochenta novelas policiales, que llevan vendidos alrededor de veinte millones de ejemplares en el mundo y lo colocaron a la cabeza de los escritores del género. Aunque nunca viajó a los Estados Unidos, solía describir la sociedad norteamericana en forma muy dura, generalmente certera.
“Un maestro en el arte del engaño.”
New Statesman
“Chase es un novelista nato... Aparte de Graham Greene (a quien Chase se acercaba de vez en cuando), es el único que consiguió expresar romanticismo y pureza —por no decir puritanismo— a través de la violencia y el realismo de la escuela dura norteamericana.”
Le Monde
“Un sorprendente narrador de historias. No hay momentos aburridos con él. Todas sus tramas tienen destreza técnica, suspenso y escalofríos garantizados. Uno se deja llevar mientras lee sin parar. No hay nada más placentero que una obra de este excelente artesano.”
L’Express
“Si usted busca entretenimiento, no podrá encontrar algo mejor.”
The Times
“La manera en que construye la trama, capa sobre capa, es tan efectiva... la tensión crece...”
The Sunday Times
 
MI COMENTARIO:
El buitre paciente es una novela atípica en la obra de James Hadley Chase. A diferencia de su mundo de policías, detectives privados, espías gubernamentales, ladrones y maleantes varios, este relato es una combinación de historia de mercenarios, viaje de aventuras por lugares exóticos y novela de espionaje corporativo, todo dentro de la atmósfera noir que Chase imponía a sus novelas.
De un lado está Armo Shalik, un brillante empresario del espionaje privado. Chase cuenta así la historia de su ascenso:
 
Unos diez años atrás, Armo Shalik, harto de su forma mezquina de vida, informó por medio de un discreto aviso en un diario egipcio, que estaba dispuesto a aceptar cualquier trabajo, que presentara dificultades, por una paga razonable. Recibió sólo una contestación, pero fue suficiente, ya que su cliente era un príncipe árabe que deseaba obtener informaciones secretas concernientes a un futuro convenio de petróleo entre un rival suyo y una compañía de petróleo americana. Usando el dinero del príncipe y su propio cerebro, Shalik consiguió la información. El convenio le reportó 10,000 dólares netos, una paga suficientemente modesta, pero el príncipe quedó agradecido y corrió la voz de que si se estaba en dificultades, si se quería obtener información secreta, Shalik era el hombre que había que consultar.
Al año siguiente, con el capital que había ahorrado, se mudó a Londres. Adquirió una pequeña lista de clientes muy adinerados que lo consultaron continuamente. El dinero, por supuesto, no era ninguna objeción. Los honorarios de Shalik se elevaron bruscamente, pero siempre ahorraba. Entre sus clientes estaban tres petroleros millonarios de Texas, cuatro príncipes árabes, dos mujeres americanas enormemente ricas, un magnate griego, un despachante de aduana y una cantidad de industriales ingleses, franceses y alemanes.
A menudo decía:
—Nada es imposible teniendo una cantidad ilimitada de dinero y cerebro.
Se detenía para mirar fijo a su cliente.
—Usted suministrará el dinero... yo el cerebro.
 
Del otro lado se encuentra Max Kahlenberg, un excéntrico y misterioso millonario, coleccionista de alto vuelo, que vive recluido en su fortaleza de las montañas de Drakensberg, en Sudáfrica.
 
Es enormemente rico [cuenta Shalik]. Tiene un apremio compulsivo por adueñarse de los mejores tesoros de arte que puedan caer en sus manos. Es extremadamente inescrupuloso. Tiene una cadena de ladrones expertos en arte que trabajan para él. Han robado objetos de arte de los más grandes museos, y hasta del Vaticano, para llenar su museo, el que, sin duda es el mejor del mundo. [...] Conocí a su padre, un alemán refugiado de la primera guerra mundial, que se encontró rico, al descubrir una de las más grandes minas de oro, justo en las afueras de Jo’burg. El viejo Karl Kahlenberg era astuto y nada tonto. Invirtió bien el dinero y ordeñó su mina hasta que estuvo seca. Por lo que oigo, terminó con millones. Se casó con una chica del lugar cuando tenía más de sesenta años. Lo hizo porque quería un hijo que continuara el apellido. Lo tuvo: Max Kahlenberg. Hubo un verdadero misterio alrededor de su nacimiento. Ninguno, excepto el médico y la enfermera vio el bebé. Hubo rumores de que era anormal... algunos hasta dijeron que era un monstruo. De todos modos, ninguno posó sus ojos sobre el bebé. El viejo murió en un accidente en una cacería. La señora Kahlenberg se mudó de Jo’burg y construyó una casa en el corazón de la cordillera de Drakensberg. Continuó escondiendo a su hijo, apartándose de todo contacto social. Murió hace unos veinte años atrás. Max Kahlenberg sigue siendo un recluso. Se supone que es tan inteligente como el padre. Agrandó la casa que construyó su madre. Tiene alrededor de cien millas cuadradas de selva rodeándola y emplea una cantidad de zulúes entrenados, para mantener a los excursionistas, turistas y boquiabiertos alejados de la casa.
 
Kahlenberg tiene en su poder el anillo de César Borgia, una reliquia de valor inconmensurable. Shalik contrata a tres mercenarios, Lew Fennel, Kennedy Jones y Garry Edwards, para que penetren la mansión del multimillonario y roben la sortija. Los tres irán a Sudáfrica acompañados de Gaye Desmond, su colaboradora y espía, una modelo especialista en “sexpionaje”, que le reportó grandes ganancias con su trabajo. Lo que no sabe Shalik es que Kahlenberg conoce sus planes, ya que se infiltró en su organización mediante Natalie Norman, su propia secretaria. Ella fue chantajeada por Charles Burnett, presidente del National Bank de Natal (propiedad de Kahlenberg), utilizando a Daz Jackson, un vividor que se encargó de seducir y enamorar a Natalie para finalmente presionarla y exigirle dinero, el cual pudo obtener con Burnett, a cambio de realizar grabaciones secretas de las reuniones de Shalik. Después que Natalie entregó a Burnett las cintas que revelan el plan de robo del anillo, Burnett le paga como había acordado; sin embargo, luego de tomar el dinero, Daz la abandona cínicamente, rompiéndole el corazón. Natalie, deprimida, se suicida. Chase lo cuenta con el estilo noir desalmado que lo caracterizaba:
 
Fue a la cocina moviéndose lentamente como una sonámbula y encontró un pequeño y afilado cuchillo de cortar verduras. Llevándolo consigo, se detuvo para echar cerrojo a la puerta principal, luego entró al baño. Abrió las canillas de la bañadera y se quedó parada en un oscuro aturdimiento hasta que estuvo medio llena de agua templada. Tiró los zapatos y se metió dentro. Su pollera tableada se infló y la presionó hacia abajo. Sintió el remojo reconfortante del agua en su desesperanzado cuerpo, a través de sus ropas.
Se quedó inmóvil. ¿Dolería? Decían que era la forma más fácil de morir. Apretando los dientes, llevó la amada hoja hacia la muñeca izquierda. Cortó hondo y contuvo un llanto de dolor. El cuchillo se le escapó de la mano. Por un breve instante, miró el agua que la rodeaba, que ahora se ponía rosada y se iba oscureciendo, luego cerró los ojos.
Se quedó allí tendida, pensando en Daz con su hermosa cara y su largo pelo enrulado y su hermoso y fuerte cuerpo hasta que lentamente se deslizó fuera de la vida, una vida que ya no le servía.
 
Shalik se entera de la muerte de la chica y de la existencia de las cintas; de todas formas, decide seguir con sus planes. Los mercenarios y Gaye viajan a Sudáfrica. Después de un tortuoso viaje —donde Fennel incuba la venganza por intentar propasarse con Gaye sin lograrlo—, llegan a la mansión de Kahlenberg, quien los recibe amistosamente, tomándolos como fotógrafos de una revista naturalista. Al intentar la sustracción de la antigua joya, son atrapados. Kahlenberg no los castiga, sino que les impone un extraño juego: los libera con la condición de que serán perseguidos por sus zulúes, luego de un breve tiempo de gracia. Si son incapaces de pasar los límites de su propiedad, serán asesinados. La huida por selvas y pantanos será atroz. Además, el anillo de Borgia tiene un secreto: Kahlenberg le agregó veneno para que renueve su famosa función de matar silenciosamente. La Muerte realizará su cosecha, hasta llegar al mismísimo Shalik...
El buitre paciente es una novela poderosa, atrapante, que mantiene su tono pesimista, con personajes que parecen funcionar sólo por sus pulsiones de ambición, avaricia y deseo. Chase fue reconocido como el celebrador del mal. Aquí queda en evidencia ese mote.


ADAPTACIONES AL CINE Y LA TV:
En 1991 se estrenó en la televisión italiana una película de dos partes basada en la novela de Chase. L'avvoltoio può attendere fue dirigida por Gian Pietro Calasso; participaron Donald Pleasence (Shalik), Bruno Bilotta (Kahlenberg), Michela Rocco di Torrepadula, Roland Waden, Valeria D'Obici, Massimo Serato, Sasha D'Arc, Bruno Corazzari y Luigi Amodeo.


Curiosidad: en 1978, se estrenó en la India una coproducción indo-norteamericana llamada Shalimar, inspirada parcialmente en la novela de Chase. Fue dirigida por Krishna Shah. El elenco combinó actores indios y extranjeros: Dharmendra (S.S. Kumar), Zeenat Aman (Sheila Enders), Rex Harrison (Sir John Locksley), Sylvia Miles (Countess Rasmussen), John Saxon (Col. Columbus), O.P. Ralhan (K.P.W. Iyengar, Romeo) y Shammi Kapoor (Dr. Bukhari). En la India se produjeron varias películas basadas en la obra de Chase.

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