Autor: Stephen Becker (1927-1999)
Título original: The last mandarin (1979)
Traducción: Eduardo Goligorsky
Cubierta: Rolando & Memelsdorff
Editor: Pomaire (Barcelona)
Fecha de edición: 1981
ISBN: 978-84-286-0607-3 (84-286-0607-2)
Depósito legal: B. 1034-1981
Depósito legal: B. 1034-1981
Estructura: 41 capítulos
Información sobre impresión:
Información sobre impresión:
Printed in Spain
Fotocomposición TECFA
Guipúzcoa, 36 / Barcelona-20
Impreso por Printer industria gráfica sa
Provenza, 388 Barcelona-25
Sant Vicenç del Horts 1981
Información de contracubierta:
Una trama llena de acción y unos personajes convincentes en un Pekín desquiciado por la guerra.
Información de solapas:
Jack Burnham —ex oficial del ejército, ex guerrillero, ex cristiano y rebelde por convicción— vuela a Pekín para investigar el paradero de un criminal de guerra japonés llamado Kanamori Shoichi, oficial del ejército que se distinguió por su sadismo durante la toma de Nankín.
Con Pekín a punto de ser ocupado por el Ejército Rojo, Burnham, que nacido en Japón y educado en China, habla ambos idiomas con fluidez, apenas consigue mantenerse con vida en un mar de intrigas cuyas corrientes submarinas lo desconciertan. Se encuentra con algunos de sus viejos amigos como Sea Hammer, con el que había luchado en Manchuria durante la Segunda Guerra, la tía Chi, una especie de reliquia que a los ochenta años aún no ha sabido darse cuenta de la inutilidad de sus actividades ilícitas. Pero también hace algunas nuevas amistades como Head Beggar, que dirige el submundo de Pekín y que curiosamente le ha tomado simpatía. También surge un problema mucho más serio que la búsqueda de Kanamori: una hermosa y despierta doctora china a la que propone matrimonio en cuestión de horas.
Finalmente Burnham encuentra a Kanamori, pero también descubre que los seres humanos rara vez son lo que parecen, que el bien y el mal pueden ser confundidos fácilmente, que la venganza no compensa y que lo que no se hace por amor no vale la pena.
MI COMENTARIO:
Corre el año 1949. Es invierno en China. Un
militar norteamericano, Jack Burnham, recibe la orden de entrar a Pekín,
localizar y llevarse a un criminal de guerra japonés, condenado a muerte por
ser autor de las peores barbaridades durante la ocupación japonesa. Esta
búsqueda se realizará en el peor escenario: la guerra civil entre comunistas y
nacionalistas chinos.
Esta novela es soberbia. Burnham es un
personaje impresionante: vital, atolondrado, humorista, inteligente, crítico,
seductor. La misión es todo menos previsible, hasta hay lugar para el flirteo y
el amor, en medio de un ambiente peligroso, onírico. Puede decirse
tranquilamente que El último mandarín se inscribe dentro de la gran sátira
norteamericana, junto a las obras de un Kurt Vonnegut, por ejemplo. Pero hay un
capítulo, el nº 7, que se roba la atención del relato: en tres páginas, Becker describe
la toma de Nankín de 1937. La crueldad sin límites de los soldados japoneses
queda expuesta en toda su realidad. Semejante brutalidad ha llevado que, hasta
hoy en día, Japón se niegue a reconocerla y evite cualquier pedido de perdón.
Recomiendo El último mandarín con todas mis
fuerzas: bien merecería una reedición, como el resto de la obra de Stephen
Becker, un autor injustamente olvidado.
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