Título: Los casi honestos
Autor: Emilio Isaac
Editor: Editorial Diana (México)
Edición: 2ª impr.
Fecha
de edición: 1979-03
Edición
anterior: 1ª ed. (1978-03)
Descripción física: 159, 1 p.; 14x20 cm.
ISBN: 978-968-13-0076-0 (968-13-0076-9)
Estructura: contenido, 4 partes
con varios capítulos cada una
Información
sobre impresión:
Esta edición de 4 000 ejemplares se terminó de imprimir el 15 de marzo de 1979 en los talleres de la Editorial Diana, S.A. Roberto Gayol 1219, esquina Tlacoquémecatl, México 12, D.F.
Información
de cubierta:
La corrupción en el México actual
Información
de contracubierta:
De repente la abulia de un Estado corrupto y un pueblo resignado se rompe por el ladrido de las metralletas. Hombres anónimos y organizados en una asociación clandestina interrumpen los discursos demagógicos y exigen un cambio.
El autor nos introduce en el mundo del suspenso real, alimentado por siglos de espera estéril y luchas parciales sin solución. Un mundo imaginario que nos recuerda con demasiada crudeza el propio.
El terrorismo sale a la escena, encapuchado y con armas de largo alcance y sicológicas, reales. El hombre indiferente tiene que reaccionar, porque de repente se encuentra en medio de una batalla, en la que nunca quiso participar.
Los héroes de Isaac son reales y todos los conocemos: los políticos venales que se enriquecen en uno o dos sexenios, los demagogos que frente a la amenaza tartamudean, la policía con sus métodos de represión. Y en esta selva de pasiones y luchas, como extrañas plantas, inadecuadas al medio, aparecen los “casi honestos”. Ellos son los que intentan todavía salvaguardar una actitud casi honesta, menos corrupta que la habitual. Sus tibios intentos son sofocados por la indiferencia de la mayoría y el ataque de la minoría, que se alimenta de la carroña y vive ejerciendo tareas “públicas” para el beneficio “privado”.
¿Plantea esta novela soluciones solo imaginarias o vislumbra el futuro gubernamental? Dejamos en manos del lector la reflexión sobre este inquietante tema del México actual.
El lector inquieto encontrará en este libro una obra amena, de intriga y suspenso, donde la realidad y la ficción no pueden distinguirse con facilidad.
MI
COMENTARIO:
El gobernador del estado de México, Humberto Riastra, es asesinado con una explosión mientras se encuentra en su auto oficial. El presidente de la república Julián Castro reúne a los jefes de las policías más importantes del país para organizar la investigación del magnicidio, pero sobre todo para que encuentren una misteriosa carta que dirigió al gobernador poco antes del asesinato. Paralelamente, el teniente Wilson Craford investiga el hecho, ante la inquietud del procurador Eduardo Ulloa, que no se siente cómodo con él ni con el subprocurador Gabriel Valdés, amigo del policía.
El asesinato fue planeado y financiado por el “duque” Rodrigo de Vallejo, quién se siente la conciencia moral del país y quiere limpiar de corrupción a México. Sus cómplices son José Gutiérrez, su abogado y estrecho colaborador, e Isaías Mac Dermont, gerente general del conglomerado que dirige.
En un momento le sacan los agentes a Craford, quien recibe el ofrecimiento de ayuda del agente Carlos López. Un amigo policía de Los Angeles le brinda información sobre un sospechoso, Ribstein, experto en explosivos. Por otro lado, la secretaria del general Saldaña avisa al periodista Raúl Rivero de su viaje secreto fuera de Ciudad de México. Saldaña se reúne con su amante Claudia en Acapulco, quien trabaja secretamente para Rodríguez. Ulloa, avisado por Wilson, viaja a Acapulco para ubicar al general. Llega tarde: encuentra a los dos muertos, envenenados por Claudia, quien se suicidó, debido al hartazgo de una enfermedad que padecía.
El presidente reúne a su gabinete, y se enfurece por la aparición de la noticia de este en el periódico “México al desnudo”. Rubén Fernández, secretario de Hacienda, también recibe una carta amenazadora, como los dos asesinados. Él también se quedó con fondos públicos.
Los conspiradores se reúnen y analizan los pasos a seguir: asesinar a Fernández y esperar la asunción del nuevo presidente, a quién se le enviará una carta, condicionando su mandato para que actúe de forma correcta y honesta, y al congreso, para que haga su trabajo de control. Se hacen llamar en las mismas "Grupo Pro Hombres Honestos".
El procurador Ulloa moviliza a agentes encubiertos una vez que el secretario de Gobernación recibe una carta. Aparece Javier Carvajal, sobreviviente de la masacre de Tlatelolco, quien trabaja para Gutiérrez, y busca a un ex compañero, ahora alto funcionario, para asesinarlo. Lo consigue, pero a su vez es liquidado por los guardaespaldas. Wilson, en un encuentro con Rebeca, la hermana de Claudia, en parte justifica estos atentados.
El presidente destituye al procurador y nombra a Valdés, cuya prioridad debe ser la identificación y detención de los terroristas. El Rata, un empleado de Gutiérrez infiltrado como guardaespaldas, intenta matar al secretario de Hacienda, pero erra el tiro y es muerto por uno de los agentes enviados por el nuevo procurador.
Rivero y Craford van a la casa del Duque, quien confiesa sus acciones y la justificación de las mismas. Frente a ellos, Mac Dermont se suicida tomando una pastilla venenosa. Craford, comprensivo, libera al Duque, y posteriormente es nombrado jefe del Departamento de Investigación de la Procuraduría. Rivero escribe una nota en “México al desnudo” donde adjudica la confesión a Mac Dermont, y hace unas recomendaciones al mundo político siguiendo los principios del Duque.
Curiosa novela de política-ficción, que exige el fin de la corrupción institucional en el México de los ’70, por las buenas o por las malas, incluso llegando a la conspiración y el terrorismo, pero sin buscar un cambio del orden constitucional. Supongo que el autor, si aún vive, todavía espera que produzca efecto.
Autor: Emilio Isaac
Esta edición de 4 000 ejemplares se terminó de imprimir el 15 de marzo de 1979 en los talleres de la Editorial Diana, S.A. Roberto Gayol 1219, esquina Tlacoquémecatl, México 12, D.F.
La corrupción en el México actual
De repente la abulia de un Estado corrupto y un pueblo resignado se rompe por el ladrido de las metralletas. Hombres anónimos y organizados en una asociación clandestina interrumpen los discursos demagógicos y exigen un cambio.
El autor nos introduce en el mundo del suspenso real, alimentado por siglos de espera estéril y luchas parciales sin solución. Un mundo imaginario que nos recuerda con demasiada crudeza el propio.
El terrorismo sale a la escena, encapuchado y con armas de largo alcance y sicológicas, reales. El hombre indiferente tiene que reaccionar, porque de repente se encuentra en medio de una batalla, en la que nunca quiso participar.
Los héroes de Isaac son reales y todos los conocemos: los políticos venales que se enriquecen en uno o dos sexenios, los demagogos que frente a la amenaza tartamudean, la policía con sus métodos de represión. Y en esta selva de pasiones y luchas, como extrañas plantas, inadecuadas al medio, aparecen los “casi honestos”. Ellos son los que intentan todavía salvaguardar una actitud casi honesta, menos corrupta que la habitual. Sus tibios intentos son sofocados por la indiferencia de la mayoría y el ataque de la minoría, que se alimenta de la carroña y vive ejerciendo tareas “públicas” para el beneficio “privado”.
¿Plantea esta novela soluciones solo imaginarias o vislumbra el futuro gubernamental? Dejamos en manos del lector la reflexión sobre este inquietante tema del México actual.
El lector inquieto encontrará en este libro una obra amena, de intriga y suspenso, donde la realidad y la ficción no pueden distinguirse con facilidad.
El gobernador del estado de México, Humberto Riastra, es asesinado con una explosión mientras se encuentra en su auto oficial. El presidente de la república Julián Castro reúne a los jefes de las policías más importantes del país para organizar la investigación del magnicidio, pero sobre todo para que encuentren una misteriosa carta que dirigió al gobernador poco antes del asesinato. Paralelamente, el teniente Wilson Craford investiga el hecho, ante la inquietud del procurador Eduardo Ulloa, que no se siente cómodo con él ni con el subprocurador Gabriel Valdés, amigo del policía.
El asesinato fue planeado y financiado por el “duque” Rodrigo de Vallejo, quién se siente la conciencia moral del país y quiere limpiar de corrupción a México. Sus cómplices son José Gutiérrez, su abogado y estrecho colaborador, e Isaías Mac Dermont, gerente general del conglomerado que dirige.
En un momento le sacan los agentes a Craford, quien recibe el ofrecimiento de ayuda del agente Carlos López. Un amigo policía de Los Angeles le brinda información sobre un sospechoso, Ribstein, experto en explosivos. Por otro lado, la secretaria del general Saldaña avisa al periodista Raúl Rivero de su viaje secreto fuera de Ciudad de México. Saldaña se reúne con su amante Claudia en Acapulco, quien trabaja secretamente para Rodríguez. Ulloa, avisado por Wilson, viaja a Acapulco para ubicar al general. Llega tarde: encuentra a los dos muertos, envenenados por Claudia, quien se suicidó, debido al hartazgo de una enfermedad que padecía.
El presidente reúne a su gabinete, y se enfurece por la aparición de la noticia de este en el periódico “México al desnudo”. Rubén Fernández, secretario de Hacienda, también recibe una carta amenazadora, como los dos asesinados. Él también se quedó con fondos públicos.
Los conspiradores se reúnen y analizan los pasos a seguir: asesinar a Fernández y esperar la asunción del nuevo presidente, a quién se le enviará una carta, condicionando su mandato para que actúe de forma correcta y honesta, y al congreso, para que haga su trabajo de control. Se hacen llamar en las mismas "Grupo Pro Hombres Honestos".
El procurador Ulloa moviliza a agentes encubiertos una vez que el secretario de Gobernación recibe una carta. Aparece Javier Carvajal, sobreviviente de la masacre de Tlatelolco, quien trabaja para Gutiérrez, y busca a un ex compañero, ahora alto funcionario, para asesinarlo. Lo consigue, pero a su vez es liquidado por los guardaespaldas. Wilson, en un encuentro con Rebeca, la hermana de Claudia, en parte justifica estos atentados.
El presidente destituye al procurador y nombra a Valdés, cuya prioridad debe ser la identificación y detención de los terroristas. El Rata, un empleado de Gutiérrez infiltrado como guardaespaldas, intenta matar al secretario de Hacienda, pero erra el tiro y es muerto por uno de los agentes enviados por el nuevo procurador.
Rivero y Craford van a la casa del Duque, quien confiesa sus acciones y la justificación de las mismas. Frente a ellos, Mac Dermont se suicida tomando una pastilla venenosa. Craford, comprensivo, libera al Duque, y posteriormente es nombrado jefe del Departamento de Investigación de la Procuraduría. Rivero escribe una nota en “México al desnudo” donde adjudica la confesión a Mac Dermont, y hace unas recomendaciones al mundo político siguiendo los principios del Duque.
Curiosa novela de política-ficción, que exige el fin de la corrupción institucional en el México de los ’70, por las buenas o por las malas, incluso llegando a la conspiración y el terrorismo, pero sin buscar un cambio del orden constitucional. Supongo que el autor, si aún vive, todavía espera que produzca efecto.
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