Título: Las islas extraordinarias
Autor: Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999)
Cubierta: Hans
Romberg (diseño de col.); detalle del mural “La cena del capitalista” por Diego
Rivera (il.)
Editor:
Editorial Planeta (Barcelona)
Edición: 1ª ed.
en esta colección
Fecha de edición: 1994-10
Descripción física: 168 p.;
12x18,5 cm.
Serie: Planeta
bolsillo #481
ISBN: 978-84-08-01203-0 (84-08-01203-7)
Depósito legal: B.
32.636-1994
Estructura: 10
capítulos, epílogo
Información sobre impresión:
Papel: Offset Rotoform, de Clariana, S.A.
Impresión: Duplex, S.A.
Encuadernación: Encuadernaciones Maro, S.A.
Información de cubierta:
Una fantasía burlona, divertida y más bien amarga, sobre el poder absoluto.
Información de contracubierta:
Gonzalo Torrente Ballester, ferrolano nacido en 1910, cursó el bachillerato en la ciudad de su nacimiento, y se licenció en Ciencias Históricas en la Universidad de Santiago, de cuya Facultad de Letras fue pronto profesor. Catedrático de Lengua y Literatura desde 1940, ejerce en varias ciudades españolas hasta 1947, fecha en que se traslada a Madrid, donde vive sin interrupción hasta 1962. Durante esos años ejerce el periodismo en la modalidad de crítica teatral y escribe varios libros de estudios literarios. En 1957 se publica El señor llega, primer volumen de Los gozos y las sombras, trilogía novelesca que se continúa en Donde da la vuelta el aire (1960) y La Pascua triste (1962), y de la que se hizo una famosa serie televisiva. El primer volumen a que nos referimos obtiene en 1959 el Premio de novela de la Fundación Juan March. Don Juan (1963) y Off side (1968) son los títulos que siguen a los recién nombrados. En 1964 se traslada de Madrid a Pontevedra, y en 1966 a Estados Unidos, donde permanece durante siete años como profesor de Literatura española. Ejerce luego la enseñanza en un instituto salmantino. Entre sus restantes obras destacan: La saga/fuga de J.B., Fragmentos de Apocalipsis, La isla de los jacintos cortados, Las sombras recobradas, Yo no soy yo, evidentemente, Santiago de Rosalía Castro y Crónica del rey pasmado. Es premio Cervantes de Literatura 1985. Con su novela Filomeno, a mi pesar obtuvo el Premio Planeta 1988 y con La novela de Pepe Ansúrez ha ganado el Premio Azorín 1994.
Autor: Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999)
ISBN: 978-84-08-01203-0 (84-08-01203-7)
Papel: Offset Rotoform, de Clariana, S.A.
Impresión: Duplex, S.A.
Encuadernación: Encuadernaciones Maro, S.A.
Una fantasía burlona, divertida y más bien amarga, sobre el poder absoluto.
Gonzalo Torrente Ballester, ferrolano nacido en 1910, cursó el bachillerato en la ciudad de su nacimiento, y se licenció en Ciencias Históricas en la Universidad de Santiago, de cuya Facultad de Letras fue pronto profesor. Catedrático de Lengua y Literatura desde 1940, ejerce en varias ciudades españolas hasta 1947, fecha en que se traslada a Madrid, donde vive sin interrupción hasta 1962. Durante esos años ejerce el periodismo en la modalidad de crítica teatral y escribe varios libros de estudios literarios. En 1957 se publica El señor llega, primer volumen de Los gozos y las sombras, trilogía novelesca que se continúa en Donde da la vuelta el aire (1960) y La Pascua triste (1962), y de la que se hizo una famosa serie televisiva. El primer volumen a que nos referimos obtiene en 1959 el Premio de novela de la Fundación Juan March. Don Juan (1963) y Off side (1968) son los títulos que siguen a los recién nombrados. En 1964 se traslada de Madrid a Pontevedra, y en 1966 a Estados Unidos, donde permanece durante siete años como profesor de Literatura española. Ejerce luego la enseñanza en un instituto salmantino. Entre sus restantes obras destacan: La saga/fuga de J.B., Fragmentos de Apocalipsis, La isla de los jacintos cortados, Las sombras recobradas, Yo no soy yo, evidentemente, Santiago de Rosalía Castro y Crónica del rey pasmado. Es premio Cervantes de Literatura 1985. Con su novela Filomeno, a mi pesar obtuvo el Premio Planeta 1988 y con La novela de Pepe Ansúrez ha ganado el Premio Azorín 1994.
Un investigador privado sin nombre, de un país sin nombre (y presuntamente imaginario), recibe de un personaje sin nombre el encargo de investigar una supuesta conspiración contra el dictador de un pequeño país insular, vecino del anterior, y también sin nombre. Este es el escenario donde Torrente Ballester instala su novela de política-ficción. El detective viaja al país de su misión, constituido por tres islas. En la Primera está la capital, donde se entrevista con el mandatario. También conoce a Martín, filósofo oficial del régimen. En la Segunda Isla se encuentra el ejército y su jefe, “el general”, hijo del presidente, que maneja este territorio con la ley marcial. Le da al visitante una explicación impresionante del poder que tiene su pequeña nación:
Levántese, se lo ruego, y asómese a ese ventanal. El edificio grande y achaparrado que desde él se contempla es el verdadero centro de mi poder. Ahí se reúnen, por secciones, los cincuenta cerebros más agudos del mundo. ¿Sabe usted que la NASA depende de nosotros? Claro está que también nosotros dependemos de ellos, pero la iniciativa es nuestra. Si necesitamos una nueva aleación, ellos nos la proporcionan, pero se quedan con la fórmula, que usan en la construcción de sus naves espaciales. ¿Sabe usted que todos los planos se elaboran ahí? Ellos las construyen y dicen que las perfeccionan, pero esto último no es cierto. Cada nave lleva un dispositivo secreto que la mantiene en relación con nuestro centro de seguimiento, al que obedece si nosotros lo deseamos. Las naves espaciales son nuestro instrumento de advertencia más persuasivo: si la NASA se retrasa en el envío de cualquier material solicitado, nosotros enviamos a su base el último cohete, o estorbamos indefinidamente un acoplamiento en el espacio. Ellos, entonces, saben lo que tienen que hacer. Usted se preguntará por qué no nos destruyen: pues porque sin nosotros tendrían que cerrar la tienda. Eso que usted ve ahí es el centro científico más importante del mundo. Vamos con diez años de adelanto sobre los demás.
En la Tercera Isla reside la esposa de Su Excelencia,
junto a su hija; esta parte del país es conocida como la Isla del Amor y el
Vicio, con un gran casino regenteado por la Primera Dama. Durante su recorrido,
el detective es acompañado por Gina, una guía del gobierno que próximamente
será embarazada por el dictador, como parte de su programa de creación de una
generación de ciudadanos totalmente identificados con los principios de su
gobierno. En varios momentos cruciales, el detective es abordado por una
misteriosa motociclista, que le advierte que tenga cuidado. Una vez retornado a la Primera
Isla, vuelve a encontrarse con el presidente, que espera a Gina para su misión
reproductora. Cuando ésta se aproxima al aposento presidencial, el sistema de
seguridad le avisa que tiene un arma. El presidente cree que Gina es la enviada
por los conspiradores para matarlo, y le pide al detective que lo ayude. Éste,
creyendo que Gina es la otra mujer, decide protegerla y mata al gobernante.
Gina le muestra que la supuesta arma detectada es una lima de uñas. El
investigador huye a su hotel, desde el que ve a la motociclista, quien le
ofrece llevarlo a su país. Cuando están cerca del puente que une a los dos
países, él pierde el sentido, para recuperarlo en su propia cama tiempo
después. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Fue un sueño? Los diarios hablan del asesinato
del dictador y su remplazo por el jefe de gobierno, acompañados por la viuda y
su hijo. ¿Fueron estos dos los responsables del complot? ¿Era Gina la
motociclista? El magnicidio que cometió el detective, ¿estuvo fríamente
calculado desde el principio?
Evidentemente, el investigador cayó en una madeja que terminaría en una tragedia. La historia tiene un clima onírico desde el principio, con esos leves pero importantes cambios del eje de los acontecimientos que ocurren en los sueños, que parecen permitir salirse de ellos, pero que al final, vistos retrospectivamente, resultan los arneses de un destino inmodificable. Mi interpretación de esta novela sobria, muy bien escrita, es que Torrente Ballester quiso demostrar la decepción que conlleva cualquier realidad alternativa, y que las verdaderas oportunidades aparecen en la vida real, aunque veladas por nuestra propia mediocridad.
Evidentemente, el investigador cayó en una madeja que terminaría en una tragedia. La historia tiene un clima onírico desde el principio, con esos leves pero importantes cambios del eje de los acontecimientos que ocurren en los sueños, que parecen permitir salirse de ellos, pero que al final, vistos retrospectivamente, resultan los arneses de un destino inmodificable. Mi interpretación de esta novela sobria, muy bien escrita, es que Torrente Ballester quiso demostrar la decepción que conlleva cualquier realidad alternativa, y que las verdaderas oportunidades aparecen en la vida real, aunque veladas por nuestra propia mediocridad.
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