miércoles, 3 de febrero de 2010

HERMANOS, de William Goldman (Emecé)

Título: Hermanos
Autor: William Goldman (1931-2018)
Título original: Brothers (1986) \ Nº 2 en la serie “Scylla (Doc Levy)”
Traducción: Claudia Ferrari de Perinotti
Editor: Emecé Editores (Buenos Aires)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1988-02
Descripción física: 318 p.; 13,5x20 cm.
Serie: Grandes novelistas
ISBN: 978-950-04-0740-3 (950-04-0740-X)
Estructura: “Antes del comienzo”, 3 partes con varios capítulos y subcapítulos cada una, “Después del final”
Información sobre impresión:
Primera edición en offset: 6000 ejemplares.
Impreso en Compañía Impresora Argentina, S.A., Alsina 2041/49, Buenos Aires, febrero de 1988


Información de contracubierta:
William Goldman, conocido novelista y guionista de Hollywood, ha escrito esta secuela de su recordado best seller Maratón de la muerte, que fuera llevado al cine con Dustin Hoffman.
En una isla perdida en el Mar Caribe, un hombre recupera lentamente sus fuerzas. Su voz ha cambiado. La cirugía estética ha vuelto irreconocible su rostro. Hasta sus impresiones digitales han sido removidas. Se trata de Scylla, hermano de aquel joven aerobista de
Maratón de la muerte. Es un consumado asesino profesional que ha sido entrenado para volver a la acción en una misión ultrasecreta... Hermanos es una novela de inusitada violencia, con una trama llena de sorpresas, donde las lealtades de los protagonistas se ponen realmente a prueba.


MI COMENTARIO:
Tengo que reconocer que el argumento es poderoso: un agente de una agencia ultrasecreta vuelve de una isla desconocida del Caribe con una nueva forma física. Debe asesinar a los integrantes de una peligrosa conspiración que puede destruir el mundo por medio de la manipulación química y biológica (más precisamente, a través de niños-bomba ¡creados artificialmente!). Pero en su misión, se da cuenta que no todo es lo que parece ser, y que dentro de su propia agencia se desarrolla una interna en la que él participa involuntariamente. La venganza de la muerte de su jefe y el reencuentro con su hermano terminan por complicar la historia. El final de la novela es decididamente cruel y sorprendente.
Me gustó el argumento. Sin embargo, la novela me pareció muy irritante de leer. El autor (reconocido guionista de Hollywood) sin duda conoce los resortes para escribir una trama, pero lo hace de manera caprichosa, exagerando el factor “sorpresa” desde el principio hasta el final. Una novela demasiado sorprendente puede decepcionar tanto como una demasiado previsible. La pirotecnia con que la adorna por momentos es demasiado artificiosa (la descripción de la primera escena sexual, por ejemplo), y en otros lúgubremente graciosa (los 
inútiles intentos de un asesino profesional de matar a uno de los niños artificiales). La novela termina siendo un bazar donde se exhiben distintas posibilidades de relatar una historia de violencia gratuita, pero no llega a constituirse en una obra con aliento propio.
Quien la lea, puede hacerlo como si fuera un libro de cuentos experimentales. El final no lo defraudará: es uno de los más terribles que tuvo un thriller.

Finalmente, no puedo dejar de incluir un párrafo donde se deja una impresión de mi país, Argentina:
Inhaló su pipa y sintió una ola de aire tibio en la garganta que lo deleitó. Sabía que las pipas provocaban cáncer de labio si uno no inhalaba, y todos los otros si lo hacía. Él inhalaba en forma constante. Sabía lo que el alcohol le hacía al hígado. Bebía cada vez que quería, y la cantidad que quería. Sabía lo que el colesterol les hacía a las arterias, pero le encantaba la carne. En especial la costilla norteamericana. Había trabajado en Japón y a ellos les encantaba el Kobe, pero la carne norteamericana era mejor. Había trabajado en la Argentina donde sienten tanto orgullo por su carne, pero después de todo, los argentinos no eran personas muy inteligentes. (p. 211-212)


No hay comentarios :