Autor: John
Bingham (1908-1988)
Título original: A fragment of fear (1965)
Traducción:
Nélida Mendilaharzu de Machain
Cubierta: José
Bonomi (il.)
Editor: Emecé
Editores (Buenos Aires)
Fecha de edición: 1968-05-06
Descripción física:
167 p.; 11x18,5 cm.
Serie: Colección El séptimo círculo #203
Estructura: noticia
sobre el autor, 14 capítulos
Información sobre impresión:
Este libro se acabó de
imprimir en Buenos Aires el 6 de mayo de 1968, en los talleres de la Compañía
Impresora Argentina, S.A., Alsina 2049.
Información de contracubierta:
Una bondadosa anciana
asesinada sin motivos aparentes: he ahí un enigma que James Compton —escritor
de novelas policiales— se ve impulsado a resolver. Todos a quienes se dirige en
busca de datos para aclarar el misterio le aconsejan que abandone la tarea.
Compton tiene, de pronto, la sensación de que es vigilado y perseguido. Así, su
primitivo interés se va trasformando paulatinamente en terror, el terror de una
persona sola en una selva de enemigos desconocidos. Un terror que Bingham logra
trasmitir magistralmente a sus lectores a medida que se avanza en la lectura de
esta notable novela policial.
“Noticia” al inicio
del libro:
John Michael Ward
Bingham (Lord Clanmorris) nació en York, Gran Bretaña, en 1908. Se educó en
Cheltenham y en Francia y Alemania. Está casado con Madeleine Ebel, con quien
ha tenido dos hijos. Periodista de vocación y profesión, ha colaborado en el Hull
Daily Mail y en el Sunday Dispatch. Prestó servicios en el Ministerio de Guerra
desde 1940 a 1946 y en Alemania de 1946 a 1948.
En el catálogo de sus obras se destacan: My Name is Michael Sibley, Five Roundabouts to Heaven, The Third Skin y Murder Plan Six.
MI COMENTARIO:
ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA:
Richard C. Sarafian fue el encargado de llevar la novela de Bingham al cine. Fragment of Fear fue estrenada en 1970; los protagonistas fueron David Hemmings (Tim Brett), Gayle Hunnicutt (Juliet Bristow), Wilfrid Hyde-White (Mr. Copsey), Flora Robson (Lucy Dawson), Adolfo Celi (Signor Bardoni), Roland Culver (Mr. Vellacot) y Daniel Massey (Maj. Ricketts). En español se conoció como Los pasos del miedo.
Richard C. Sarafian fue el encargado de llevar la novela de Bingham al cine. Fragment of Fear fue estrenada en 1970; los protagonistas fueron David Hemmings (Tim Brett), Gayle Hunnicutt (Juliet Bristow), Wilfrid Hyde-White (Mr. Copsey), Flora Robson (Lucy Dawson), Adolfo Celi (Signor Bardoni), Roland Culver (Mr. Vellacot) y Daniel Massey (Maj. Ricketts). En español se conoció como Los pasos del miedo.
MI COMENTARIO:
No había pensado que este libro era de espionaje. Siempre pensé
que era una novela más de suspenso y misterio (tiene ambos en grandes
cantidades) o una novela policial (hay policías y falsos policías en su trama).
Pero cerca del final las desventuras de su protagonista viran hacia la intriga
internacional y la infiltración de agentes extranjeros en la Inglaterra de los
años ’60.
James Compton es un escritor de novelas policiales que se
encuentra de paseo por el sur de Italia. Se siente fuertemente atraído por el
asesinato de Lucy Dawson, una anciana inglesa que muere asesinada cerca de las
ruinas de Pompeya. Dispuesto a conocer las posibles causas de esta muerte y
escribir un libro al respecto, viaja a Londres y entrevista a varias conocidas
de la occisa. En un viaje en tren, tiene una extraña conversación con una mujer
que insinúa su deseo de suicidarse. Esta mujer le entrega un sobre y desaparece
en la noche. Compton abre el sobre en su casa, y descubre una nota que le
intima a abandonar su investigación; estupefacto, se da cuenta que la nota fue
escrita con su propia máquina y guardada en uno de los sobres de su propiedad.
A la mañana siguiente, recibe una llamada telefónica de un hombre sin
identificar, que le recuerda la carta y le vuelve a intimar para que no siga
inmiscuido con el asesinato de Dawson. Poco después, recibe la visita de un
sargento de policía, encargado de comunicarle que una mujer lo ha denunciado
por insinuaciones sexuales. Era la chica del tren. Compton aprovecha la ocasión
para contarle al agente lo sucedido hasta el momento, incluso le entrega la
carta. Su desconcierto es mayúsculo cuando, en la comisaría, le informan que
ese agente no existe...
Nadie es lo que parece ser. La intriga del libro no para de
crecer, hasta Compton termina dudando de su salud mental. Pero nada detiene su
interés por el tema que lo desvela, ni siquiera los pedidos de su novia. Quizás
la faceta más atrapante de este improvisado investigador sea el vértigo hacia
el vacío y la muerta que se apodera de él. En cada instancia de su aventura
pudo haberla abandonado y ponerse a salvo. Pero el miedo que lo va invadiendo
no hace más que estimularlo, no tanto en su búsqueda de la verdad, sino en el
gusto del peligro y la zozobra, por más que eso pueda significar el dolor y la
muerte.
Cerca del desenlace, Compton reflexiona:
El hombre común, hasta
el más humilde —sobre todo el más humilde—, se considera seguro en su oscuridad
y en su relativo anonimato. Dejadme vivir, dice, dejadme labrar el suelo y no
me ocuparé de nada que no sea lo mío. Pero nunca estuvo a salvo, no lo está ni lo
estará jamás, pensé.
Un inocente y breve
paso, aun por caminos conocidos, y entra dentro del radio de visión de ojos que
acechan desde las profundidades de la jungla circundante. Y si presta atención
podrá oír el crujido de dientes y el rumor de cuerpos que se deslizan en la
espesura. Hará bien en mantener su lanza en ristre y persignarse, o mirar en
dirección a la meca, o tocar su amuleto pagano.
Los hombres deben
luchar; unos ganan y otros pierden, como había perdido yo.
Porque mientras más
grande es la causa, tanto más grande será la tiranía que erigirá luego para
defenderse. Antes de que surgiera el noble y sagrado concepto de la democracia
completa, un hombre podía viajar por doquier sin mayores impedimentos; mientras
que ahora se ve encajonado por fronteras, pasaportes y visados y muros, e
interdictos, y leyes, y policías... todo para preservar la libertad del
individuo.
Y en algunos estados
monárquicos se podía gritar “¡Abajo la monarquía!”, y en algunas democracias
estaba prohibido gritar “¡Abajo la democracia!”, y bajo una dictadura no se
podía gritar “¡Abajo la dictadura!”, y todo, todo, en pro de la libertad del
individuo.
Por eso el ciudadano
corriente debe mantenerse alerta, no debe admitir que lo lleven por delante y,
si es preciso, debe luchar, como lo ha hecho en todos los tiempos, aun cuando
su lucha termine en el martirio, o sea breve y nada heroica como había sido la
mía. Todo es un aporte.
Ojalá todos los libros de suspenso destilaran el placer que
irradia Un fragmento de miedo.
Compton es un personaje brillante en su medianía, que toma con humor y analiza
con lucidez los eventos de su vida. El clima de conspiración que crea Bingham
es terrorífico, es toda una lección sobre lo relativamente fácil que es
infiltrar una sociedad con elementos subversivos y peligrosos. Por cierto, la
conversión de una acción humanitaria (la instalación laboral de ex convictos,
actividad que auspiciaba Dawson) en un esquema de extorsión política suena a
una trama más que verídica en un país como Argentina...
Evidentemente, Bingham es un autor que deseo volver a leer.
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