Título: Pruébelo para ver cómo le queda
Autor: James Hadley Chase
(1906-1985)
Título original: Try this one for size (1980) \ N° 5 en la serie “Herman Radnitz”;
N° 13 en la serie “Tom Lepski”
Traducción: Diana Trujillo
Cubierta: Javier Parodi (foto)
Editor: Emecé Editores
(Buenos Aires)
Edición: 1ª ed.
Fecha
de edición: 1982-06
Descripción física: 206, 1 p.; 13,5x20
cm.
Serie: Grandes maestros del
suspenso
ISBN: 978-950-04-0087-9
(950-04-0087-1)
Estructura: 8 capítulos
Información
sobre impresión:
Primera edición en
offset: 8.000 ejemplares
Impreso en Compañía
Impresora Argentina S.A., Alsina 2041/49, Buenos Aires, junio de 1982
Información
de contracubierta:
Esta nueva novela de
James Hadley Chase, enriquece, una vez más, la colección Grandes Maestros del
Suspenso. El museo Hermitage de Leningrado resuelve prestar al Museo de Bellas
Artes de Washington varias de sus más importantes piezas para ser exhibidas en
público. Entre ellas, un icono que fue propiedad de Catalina la Grande, el más
antiguo de que se tenga noticia, de un valor incalculable.
Una banda de expertos
en robos de obras de arte logra apoderare del icono, pero el futuro comprador,
que desea mantener el secreto, exige que la pieza le sea entregada en Suiza.
Difíciles son los pasos que se deben dar. El presidente de los Estados Unidos
dispone clausurar todas las posibles salidas hacia el extranjero. El relato del
robo y su posterior desenlace permiten a Chase elaborar uno de sus más logrados
trabajos en el arte de mantener al lector en vilo desde la primera a la última
página de esta magnífica novela de suspense. El final es realmente inesperado.
MI
COMENTARIO:
Paradise City (ciudad ficticia donde Chase
instaló gran parte de sus historias). Ed Haddon, el rey de los ladrones de
arte, se asocia a Claude Kendrick, propietario de una turbia galería de objetos
valiosos, con la finalidad de encontrar un comprador para un ícono de valor
incalculable, perteneciente a Catalina la Grande, que la Unión Soviética ha
prestado para una gran exposición en EE.UU. Herman Radnitz, multimillonario
jefe de una trama de negocios ilícitos de alcance mundial, muestra su interés
de pagar seis millones de dólares por el ícono, pero impone una condición
problemática: el objeto le debe ser entregado en Zúrich. Kendrick se entera de
que Tom Lepski, policía de Paradise City, viajará a Europa con su esposa
Carroll. Se asegura de que el ícono sea plantado en su equipaje sin que se den
cuenta. Además contrata a Pierre y Claudette Duvine, una pareja de amantes
dedicados al robo en Francia, para que sigan y se amiguen con el matrimonio
turista y cambien el ícono verdadero por una copia para llevarlo a Radnitz. Sin
embargo, éste tiene su propio plan: contrata al mercenario Sergas Holtz para
que se apodere del ícono, con el que piensa hacer un trato de varios millones
de dólares con un miembro del gobierno de la Unión Soviética.
Chase hace un gran ejercicio de novela de robo
y traiciones. Sin embargo, al final, casi todos terminan perdiendo. El final
del libro es como un agujero negro donde caen y se anulan todas las esperanzas
y ambiciones. Quizás el único que gana es Sergas, eficiente en su trabajo como
nadie. Así es descripto:
A los
veintiocho años, Sergas Holtz era un animal del sexo masculino con un cuerpo
espléndido, que exhibía un orgullo fanático por mantenerlo en óptima forma.
Alto, con cabellos rubios hasta los hombros, músculos de boxeador y piernas
largas, de espaldas despertaba el interés de las mujeres, interés que se hacía
cauteloso cuando él se daba vuelta.
El
rostro de Sergas asustaba y al mismo tiempo fascinaba a las mujeres. La cara
delgada, la nariz corta de boxeador, los ojitos grises y fríos y la boca
sensual eran un desafío sexual para chicas que querían emoción. Incluso cuando
reía, los ojos no acompañaban en la alegría. No era hombre de invitar a la
amistad. Durante todos los años que sirvió como soldado mercenario matando,
robando y violando con otros en el Congo y otras partes de África, ninguno de
sus camaradas se sintió atraído hacia él. Hasta sus profesores, a pesar de ser
un excelente estudiante, eludieron su amistad, sintiendo que había una
misteriosa maldad en él.
Evidentemente, Chase se veía en este espejo
secreto. Sergas también da una lección de afinidades sexuales:
Se dio
vuelta y se incorporó apoyándose en el codo para mirar a la muchacha,
recorriéndola con los ojos. Le gustaba la carne negra. Ahora lo aburrían las
mujeres blancas. Esperaban recibir mucho antes de dar, e incluso cuando él les
daba el gusto en sus estupideces y exigencias, a veces esquivaban la definición
final. Las muchachas negras querían hacerlo o decían que no. Y eso él lo
apreciaba. Desde que estaba en Miami había evitado a las sosas muchachas
blancas y se había dirigido hacia la zona occidental de la ciudad donde se
encontraba la acción.
Sergas encuentra el jefe adecuado en Herman
Radnitz. Éste quedó perfilado así por un periodista de Le Fígaro:
Radnitz
es el rey de los grandes negocios. Si usted quiere construir una represa en
Hong Kong, o iniciar un servicio de ferry entre Inglaterra y Dinamarca, si
quiere instalar equipos de electricidad en la China, antes de siquiera empezar
a hacer planes, consulte con Radnitz: él solucionará la financiación.
Radnitz
está en casi todo: barcos, petróleo, la industria de la construcción, aviones,
y tiene buenas conexiones con el gobierno soviético, y está en excelentes
relaciones personales con el Presidente de los Estados Unidos de América.
Probablemente sea, fuera de Arabia Saudita, el hombre más rico del mundo.
Bien podría la inspiración de un Soros o un
Gates...
Las historias de Chase son una invitación al
cumplimiento de los deseos que la vitalidad propone. También es un convite a la
malicia. Sin embargo, al final triunfa el destino, repartiendo decepciones.
ADAPTACIÓN
AL CINE:
Try
This One for Size (1989) fue dirigida por Guy Hamilton, dentro
de un ciclo de 4 películas con el personaje de Tom Lepski haciendo de
investigador internacional de seguros. El elenco estuvo encabezado por Michael
Brandon (Tom Lepski), David Carradine (Bradley), Arielle Dombasle (Maggie), Guy
Marchand (Ottavioni), Mario Adorf (Radnitz), Peter Bowles (Igor), Harold
Innocent (Kendrick), Edward Meeks (Lindsay) y Valérie Steffen (Carol). En
España se conoció como Con perdón de usted.