Autor: John
Ehrlichman (1925-1999)
Título original: The Company (1976)
Traducción: Julio
B. Fuentes Bobo
Cubierta: Héctor Cattolica;
USIS y Keystone (fotografías)
Editor: Argos
Vergara (Barcelona)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1976-09
Descripción física:
319 p.; 13x20 cm.
Serie: Libros de bolsillo Argos Vergara
ISBN: 978-84-7017-283-0 (84-7017-283-2)
Depósito legal: B.
38.949-1976
Estructura: prólogo,
17 capítulos, epílogo
Información sobre impresión:
Impreso en España por
Chimenos, S.A., Granollers (Barcelona)
Información de contracubierta:
“La historia es una
fábula acerca de la cual todos nos hemos puesto de acuerdo.” Estas palabras de
Voltaire dictadas hace doscientos años podrían servir de introducción y resumir
la oculta intención de la presente obra. Y aún más, podrían definir este nuevo
género, cada día más en auge, que se ha dado en denominar de política-ficción.
Pues “si la naturaleza imita al arte2, no es menos cierto que la imaginación y
la fantasía parecen imitar la realidad, sobre todo cuando la realidad es
política, es decir, compleja, oscura y sinuosa.
Este es el caso de “La
Compañía”, obra en la que se afirma que un presidente de los Estados Unidos ha
estado directamente implicado en un asesinato político: hecho terrible que
constituye el secreto más grave y comprometedor guardado en los archivos de la
C.I.A. y alrededor del cual se desencadenan —en un crescendo apasionante— los
más dramáticos acontecimientos. Los personajes nos resultan claramente
familiares —pues la obra de Ehrlichman está escrita en clave— de tal modo que
tras unas máscaras y unos nombres reconocemos a Nixon, a Kissinger, a Hoover, a
Haldeman... todos ellos protagonistas del gran guiñol de Watergate, última
consecuencia, por ahora, de los acontecimientos narrados.
John Ehrlichman, autor
del libro, y persona muy próxima al ex presidente Nixon, fue asesor de la Casa
Blanca, y a partir de 1969 pasó a ocupar el cargo de ayudante del presidente
para Asuntos Internos. Durante el juicio de Watergate fue procesado y
condenado.
Nadie duda —a la vista
de su biografía— que Ehrlichman está en posesión de informaciones preciosas y
fidedignas. De aquí que las escenas y los diálogos que sitúa en el interior de
la Casa Blanca rezumen verosimilitud. Pero ¿son ciertos los gravísimos hechos
que cuenta —la gran conspiración—, o son simple producto de su imaginación? ¿Se
ha valido Ehrlichman de la fórmula novelística para contar lo que de otro modo
no hubiese podido expresar?
Cuando alguien le ha
insinuado esta última posibilidad, Ehrlichman ha contestado: “¿De qué me está
Vd. hablando? Yo sólo escribí una novela.” Acaso haya sido así, pues no
olvidemos que “cuando el hombre no puede decir lo que piensa, dice lo que
sueña”.
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