Título: Un espía de la vieja escuela
Autor: Julian Rathbone (1935-2008)
Título original: A spy of the old school (1982)
Traducción: Angela J. Pérez y J.M. Alvarez
Cubierta: Terceto
Editor: Editorial Argos Vergara (Barcelona)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición: 1983-09
Serie: Colección Rojo & negro #4
ISBN: 978-84-7178-632-6 (84-7178-632-X)
Depósito legal: B. 30.475-1983
Estructura: 1 preludio, 3 partes, 34 capítulos
Información sobre impresión:
Impreso por Talleres Gráficos DUPLEX, S.A.
Ciudad de la Asunción, 26-D. Barcelona-30
Información de cubierta:
“Inteligente, refinada y brillantemente cínica, como sólo las novelas británicas de espionaje saben serlo, ésta merece un lugar de honor junto a Le Carré y demás autores de su talla”.
Información de contracubierta:
Un espía de la vieja escuela es la catorceava novela de Julian Rathbone. Dos novelas suyas anteriores fueron seleccionadas para el Booker Prize: King Fisher Lives en 1976 y Joseph en 1979. Julian Rathbone nació en Londres, y vive actualmente en Inglaterra. Enseñó inglés durante quince años, y los últimos seis los ha dedicado a escribir. Ha viajado mucho por el Próximo Oriente, especialmente por Turquía, y también por España y Francia.
Información de solapas:
Arqueólogo prestigioso y director del Museo del Oro londinense, sir Richard Austen es también, desde su juventud, un hombre que odia la elevada clase social de la que proviene: marxista convencido, comunista chapado a la antigua, lleva años dedicado al espionaje a favor de la URSS. También trabaja junto con lord Slaker en grandes trámites comerciales con el Este. Durante la guerra, Austen había colaborado en los análisis criptológicos que descifraron los códigos secretos nazis: pero también había informado a los soviéticos sobre esas actividades de los aliados. Aquella confusa historia había quedado archivada, ya que, aunque se había observado la filtración, sir Richard había conseguido desviar las sospechas hacia un primo suyo, Riversdale, muerto en extrañas circunstancias. Ahora, más de treinta años después, las modernas computadoras indican que acaso no haya sido Riversdale el traidor.
De la investigación se hará cargo William Cargill, otro “espía de la vieja escuela”: su paciente pesquisa lo llevará a descubrir innumerables detalles que conducen directamente no sólo a la culpabilidad de sir Richard, sino también la de lord Slaker y de encumbrados personajes que se protegen unos a otros en una malla de oscuras complicidades. Sin embargo, los auténticos intereses que se esconden tras esas pantallas son demasiado vastos y poderosos como para verse afectados: tanto sir Richard, la “presa”, como Cargill, su cazador, son, cada cual a su manera, idealistas coherentes consigo mismos. El implacable engranaje de una maquinaria que no tiene ideales, ni patria, ni fronteras, terminará por imponer, en definitiva, su ley implacable.
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