Autor: William Goldman (1931-2018)
Título
original: Brothers
(1986) / Nº 2 en la serie “Scylla (Doc Levy)”
Traducción: María Francisca Graells y Eugenia Castillo
Cubierta: Iborra & Acc.
Editor: Plaza & Janés Editores (Barcelona)
Edición: 1ª ed.
Fecha
de edición: 1988-01
Serie: Plaza & Janés éxitos
ISBN: 978-84-01-32229-7 (84-01-32229-4)
Depósito
legal: B. 2.838-1988
Estructura: 5 partes, varios capítulos y subcapítulos
Información
sobre impresión:
Impreso
en Hurope, S.A.
Recaredo,
2
Barcelona
Información
de contracubierta:
En una
apartada isla del Caribe, un hombre recupera lentamente sus perdidas fuerzas.
Mediante una operación, le han cambiado las huellas dactilares, su voz se ha
hecho más gruesa y su rostro ha sido alterado para que nadie pueda reconocerlo.
Éste es el hombre que la gente de Marathon Man da por muerto: un consumado
asesino profesional llamado otra vez al servicio por el Departamento
Ultrasecreto. Tras seis años de alejamiento, regresa a un mundo en el que se
han producido unos terribles cambios, y entonces se entera de la terrorífica
naturaleza de su misión. Habrá una guerra mundial, y Norteamérica va a
desencadenarla. Él es una de las únicas tres personas vivas que conocen el
secreto, y el hombre elegido para detener la contienda.
En esta
asombrosa continuación de Marathon Man, más imaginativa y emocionante, William
Goldman vuelve al estilo de narración que mejor domina.
Continuación
de Marathon Man,
el inolvidable bestseller llevado a la pantalla. En Hermanos quedamos atrapados en una tensa intriga que
puede tener como desenlace el estallido de la Tercera Guerra Mundial.
Información
de solapas:
El
célebre novelista y guionista William Goldman es autor de bestsellers tales
como Magic, Oropel y Boys and Girls Together. La versión cinematográfica de Marathon
Man tuvo un enorme éxito y fue
protagonizada por Dustin Hoffman, Roy Scheider y Laurence Olivier. Heat, la última obra de Goldman, ha sido
considerada por el Washington Post Book World como “una maravillosa novela
escrita por un magistral mago de la prosa”. Goldman es también autor de Adventures
in the Screen Trade, obra autobiográfica
que ha constituido un gran éxito de ventas.
MI COMENTARIO:
Tengo que reconocer que el argumento es poderoso: un agente de una agencia ultrasecreta vuelve de una isla desconocida del Caribe con una nueva forma física. Debe asesinar a los integrantes de una peligrosa conspiración que puede destruir el mundo por medio de la manipulación química y biológica (más precisamente, a través de niños-bomba ¡creados artificialmente!). Pero en su misión, se da cuenta que no todo es lo que parece ser, y que dentro de su propia agencia se desarrolla una interna en la que él participa involuntariamente. La venganza de la muerte de su jefe y el reencuentro con su hermano terminan por complicar la historia. El final de la novela es decididamente cruel y sorprendente.
Me gustó el argumento. Sin embargo, la novela me pareció muy irritante de leer. El autor (reconocido guionista de Hollywood) sin duda conoce los resortes para escribir una trama, pero lo hace de manera caprichosa, exagerando el factor “sorpresa” desde el principio hasta el final. Una novela demasiado sorprendente puede decepcionar tanto como una demasiado previsible. La pirotecnia con que la adorna por momentos es demasiado artificiosa (la descripción de la primera escena sexual, por ejemplo), y en otros lúgubremente graciosa (los inútiles intentos de un asesino profesional de matar a uno de los niños artificiales). La novela termina siendo un bazar donde se exhiben distintas posibilidades de relatar una historia de violencia gratuita, pero no llega a constituirse en una obra con aliento propio.
Quien la lea, puede hacerlo como si fuera un libro de cuentos experimentales. El final no lo defraudará: es uno de los más terribles que tuvo un thriller.
Finalmente, no puedo dejar de incluir un párrafo donde se deja una impresión de mi país, Argentina:
Inhaló su pipa y sintió una ola de aire tibio en la garganta que lo deleitó. Sabía que las pipas provocaban cáncer de labio si uno no inhalaba, y todos los otros si lo hacía. Él inhalaba en forma constante. Sabía lo que el alcohol le hacía al hígado. Bebía cada vez que quería, y la cantidad que quería. Sabía lo que el colesterol les hacía a las arterias, pero le encantaba la carne. En especial la costilla norteamericana. Había trabajado en Japón y a ellos les encantaba el Kobe, pero la carne norteamericana era mejor. Había trabajado en la Argentina donde sienten tanto orgullo por su carne, pero después de todo, los argentinos no eran personas muy inteligentes. (p. 211-212)
MI COMENTARIO:
Tengo que reconocer que el argumento es poderoso: un agente de una agencia ultrasecreta vuelve de una isla desconocida del Caribe con una nueva forma física. Debe asesinar a los integrantes de una peligrosa conspiración que puede destruir el mundo por medio de la manipulación química y biológica (más precisamente, a través de niños-bomba ¡creados artificialmente!). Pero en su misión, se da cuenta que no todo es lo que parece ser, y que dentro de su propia agencia se desarrolla una interna en la que él participa involuntariamente. La venganza de la muerte de su jefe y el reencuentro con su hermano terminan por complicar la historia. El final de la novela es decididamente cruel y sorprendente.
Me gustó el argumento. Sin embargo, la novela me pareció muy irritante de leer. El autor (reconocido guionista de Hollywood) sin duda conoce los resortes para escribir una trama, pero lo hace de manera caprichosa, exagerando el factor “sorpresa” desde el principio hasta el final. Una novela demasiado sorprendente puede decepcionar tanto como una demasiado previsible. La pirotecnia con que la adorna por momentos es demasiado artificiosa (la descripción de la primera escena sexual, por ejemplo), y en otros lúgubremente graciosa (los inútiles intentos de un asesino profesional de matar a uno de los niños artificiales). La novela termina siendo un bazar donde se exhiben distintas posibilidades de relatar una historia de violencia gratuita, pero no llega a constituirse en una obra con aliento propio.
Quien la lea, puede hacerlo como si fuera un libro de cuentos experimentales. El final no lo defraudará: es uno de los más terribles que tuvo un thriller.
Finalmente, no puedo dejar de incluir un párrafo donde se deja una impresión de mi país, Argentina:
Inhaló su pipa y sintió una ola de aire tibio en la garganta que lo deleitó. Sabía que las pipas provocaban cáncer de labio si uno no inhalaba, y todos los otros si lo hacía. Él inhalaba en forma constante. Sabía lo que el alcohol le hacía al hígado. Bebía cada vez que quería, y la cantidad que quería. Sabía lo que el colesterol les hacía a las arterias, pero le encantaba la carne. En especial la costilla norteamericana. Había trabajado en Japón y a ellos les encantaba el Kobe, pero la carne norteamericana era mejor. Había trabajado en la Argentina donde sienten tanto orgullo por su carne, pero después de todo, los argentinos no eran personas muy inteligentes. (p. 211-212)
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