Autor: Don
Winslow (1953-)
Título original: The
power of the dog (2005) \ Nº 1 en la serie “Art Keller”
Traducción:
Eduardo G. Murillo
Prólogo: Rodrigo Fresán
Cubierta: Enric
Jardí (diseño); Walter B. McKenzie/Getty Images (il.)
Editor: Editorial
Mondadori (Buenos Aires)
Edición: 2ª ed.
Fecha de edición:
2011-05
Edición anterior:
1ª ed. (2009-04)
Descripción física:
719 p.; 14,5x21,5 cm.: solapas
Serie: Roja &
negra / dirigida por Rodrigo Fresán
ISBN:
978-987-658-012-0
Estructura: “En
el volcán” por Rodrigo Fresán, prólogo, 5 partes, 15 capítulos, epílogo
Información sobre
impresión:
Esta edición de 3.000
ejemplares se terminó de imprimir en Printing Books S.A., Mario Bravo 835,
Avellaneda, Bs. As., en el mes de mayo de 2011.
Información de cubierta:
“Una hermosa visión
comprimida del infierno.”
JAMES ELLROY
Información de contracubierta:
Década de los setenta:
el gobierno de Estados Unidos emprende una lucha sin cuartel contra el
narcotráfico en México. Art Keller, un joven agente de la DEA, acaba muy pronto
con el patrón local. Un error fatal: otro más cruel y ambicioso lo sustituye.
Narcovaqueros, mafia al más puro estilo italoamericano, una jauría de
irlandeses armados y policías corruptos conforman el universo de este thriller
épico, coral y sangriento.
Información de solapas:
Antes de dedicarse a
escribir, Don Winslow (Nueva York, 1953), trabajó de investigador privado, guía
de safaris y actor, entre otras ocupaciones. Su primera novela traducida al
castellano, El poder del perro, ha
sido un éxito internacional. Actualmente, Don Winslow vive en San Diego con su
familia.
“El Padrino en versión narcomex.”
Rodrigo Fresán
“Con las herramientas
del mejor James Ellroy, Winslow se instala en la frontera entre México y
Estados Unidos, mira a ambos lados con la misma lucidez y cuenta cómo se ve El
Padrino desde allí.”
Enrique de Hériz
MI COMENTARIO:
Se podría decir que El
poder del perro es una novela de repaso y reformulación. Repaso por la
historia de la guerra contra las drogas, ese verdadero fenómeno
político-militar que Estados Unidos impulsa desde los ’70. Reformulación de
esta historia, pues mezcla personajes y situaciones reales y ficticias. El
personaje principal es el veterano de Vietnam y agente de la DEA Art Keller;
actúa como testigo y protagonista de las facetas más tenebrosas de este período
de la historia americana:
- La “Operación Cóndor”, una campaña de eliminación de las
plantaciones de amapolas en México, que terminó generando una renovación de los
líderes narcos y una modernización en sus crueles procedimientos.
- El escándalo Irán-Contras, también conocido como Irangate,
en el que sectores militares y de inteligencia norteamericanos se encargaron de
canjear armas con Irán por dinero para financiar a los contrarrevolucionarios
nicaragüenses en su lucha contra el gobierno sandinista de la década de los
’80. En la novela, este esquema secreto encubre la “Operación Cerbero”, una
conspiración gubernamental que utiliza los ingresos por la venta de la cocaína
en EE.UU. para sostener a la Contra. Consecuencias: las calles
norteamericanas se llenaron de drogas y el narcotráfico mexicano quedó fortalecido.
- El asesinato de Ernie Hidalgo, compañero de Keller, en
manos de uno de los cárteles. Aquí Winslow recrea uno de los hechos más famosos
de esta guerra: el secuestro y muerte en 1985 de Enrique “Kiki” Camarena,
agente encubierto de la DEA.
- La “Operación Niebla Roja”, conducida por elementos de la
CIA y avalada por el gobierno, cuya finalidad es el asesinato de políticos y
guerrilleros de izquierda latinoamericanos mediante una red de señores de la
droga, grupos de ultraderecha y asesinos venidos de otros continentes, todo
auspiciado por el sector conservador de la Iglesia Católica. Una especie de
adaptación del Programa Fénix (los asesinatos planificados por la Agencia en
Vietnam), del cual Keller fue partícipe.
- El fraude electoral de 1988, en el que los capos narcos
ayudaron al PRI en la manipulación de los resultados de la elección
presidencial, haciendo perder la contienda al izquierdista Cuauhtémoc Lázaro
Cárdenas.
- El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN),
puesto en vigor el 1º de enero de 1994, tratado que benefició especialmente a
los narcotraficantes mexicanos, quienes sustituyeron a los colombianos en la
supremacía del negocio. Ese año, la “Federación” de cárteles narcos realiza una
monumental jugada financiera que pone a México al borde de la quiebra; con
ella, literalmente compra al país, asegurándose la protección permanente del
gobierno.
Estos son los elementos “macro” de la historia. Winslow los
articula con una multitud de elementos “micro”: las desventuras de un grupo de
personajes que incluyen a Art Keller; Nora Hayden, una prostituta californiana
que termina siendo la amante permanente de Adán Barrera, uno de los capos más
importantes; Miguel Ángel Barrera y sus hijos Adán y Raúl, en conflicto con
Güero Méndez, patrón del cuartel de Baja; el obispo Juan Parada, que conoce a
Nora durante el gran terremoto de 1985 y cae asesinado por Güero cuando intenta
mediar entre los capos para que cesen su lucha interna; Sean Callan, un joven
de Nueva York, asesino de la mafia, posteriormente involucrado en la Operación
Niebla Roja y finalmente amante de Nora; Sal Scachi, ex militar, ex agente de
la CIA, integrante de la mafia, coordinador de la Operación Niebla Roja y de
los asuntos sucios que el gobierno norteamericano no puede blanquear; Antonio Ramos,
agente del DFS (el servicio secreto mexicano de entonces), una verdadera
máquina de matar, que constantemente lleva una Uzi a la que llama “Esposa”...
Estos personajes, junto a otros, van despeñándose a lo largo de
las más de 700 páginas de la novela. La decepción, el derrumbe moral es
apabullante, en un mundo donde nada es lo que parece, y donde la muerte se
esconde en los lugares más cotidianos. Casi todos mueren: aquí se puede sentir
el espíritu de las novelas pesimistas de los años setenta. Sin embargo, es
evidente que Winslow no es Claude
Klotz o Ted
Lewis, escritores que miraron al mundo con una lucidez rabiosamente
independiente. Es una novela negra, sí, pero busca un equilibrio frente a la
historia conocida y supuesta. Las conspiraciones y operaciones que devela son,
en definitiva, la parte más apasionante. Como lector, deseaba que siguiese
contando esas historias de narcos creadores de presidentes y presidentes
creadores de guerras encubiertas. La parte que más me gustó es la que involucra
a Reagan y George H. Bush en el lado más nefasto del Irangate; allí, Keller se
encuentra en Honduras, y tiene una reveladora charla con Hobbs, ex responsable
de la Operación Fénix, ahora jefe de sección de la CIA para América Central:
—¿Qué crees que es
esto? —pregunta [Hobbs].
Art se encoge de
hombros.
—Una selva tropical.
—A mí me parece la
nariz de un camello —contesta Hobbs—. Ya conoces el viejo proverbio árabe: en
cuanto el camello mete la nariz dentro de la tienda, el camello está dentro de
la tienda. Nicaragua está ahí abajo, la nariz del camello comunista en la
tienda del istmo de Centroamérica. No es una isla como Cuba, que podemos aislar
con nuestra armada, sino parte del continente americano. ¿Cómo estás en geografía?
—Pasable.
—Entonces ya sabrás
que la frontera sur de Nicaragua, la que estamos mirando ahora, se halla apenas
a cuatrocientos cincuenta kilómetros del canal de Panamá. Comparte la frontera
del norte con una inestable Honduras y un El Salvador aún menos estable, los
cuales están luchando contra la insurgencia comunista. Y también Guatemala, que
sería la siguiente pieza del dominó en caer. Si estás puesto en geografía,
sabrás que entre Guatemala y los estados del sur de México, Yucatán, Quintana
Roo y Chiapas, solo hay selva tropical y selva montañosa. Esos estados son
rurales y pobres en su mayor parte, habitados por campesinos sin tierras,
víctimas perfectas de la insurgencia comunista. ¿Qué pasaría si México cayera
en poder de los comunistas, Arthur? Cuba ya es bastante peligrosa... Imagina
una frontera de tres mil kilómetros con un país satélite de los comunistas.
Imagina bases de misiles soviéticos en Jalisco, Durango, Baja.
—¿Qué pasaría? ¿Se
apoderarían de Texas a continuación?
—No, de la Europa
occidental —dice Hobbs—, porque saben, y es cierto, que ni siquiera Estados Unidos
posee los recursos militares o económicos suficientes para defender una
frontera de tres mil kilómetros con México y el desfiladero de Fulda al mismo
tiempo.
—Estáis locos.
—¿De veras? —pregunta
Hobbs—. Los nicaragüenses ya están pasando armas a través de la frontera para
el FMLN de El Salvador. Pero no hace falta que vayamos tan lejos. Piensa
únicamente en Nicaragua, un Estado satélite de los soviéticos montado a
horcajadas sobre Centroamérica. Imagina submarinos soviéticos con base en la
orilla del Pacífico desde el golfo de Fonseca, o en la orilla del Atlántico,
siguiendo el golfo de México. Podrían convertir el Golfo y el Caribe en un lago
soviético. Piensa en esto: si ya nos costó detectar silos de misiles en Cuba,
intenta detectarlos en estas montañas, en la cordillera Isabelia. Misiles de
alcance medio podrían llegar a Miami, Nueva Orleans o Houston, y nos quedaría
muy poco tiempo para reaccionar. No quiero ni hablar de la amenaza de los
misiles lanzados desde submarinos en el Golfo o el Caribe. No podemos permitir
que Nicaragua sea un Estado satélite soviético. Así de sencillo. La Contra arde
en deseos de ocuparse de la labor. ¿O prefieres ver a chicos norteamericanos
combatiendo y muriendo en esa selva, Arthur? Tú eliges.
—¿Quieres que elija
entre la Contra que trafica con droga, los terroristas cubanos y los
escuadrones de la muerte salvadoreños que asesinan mujeres, niños, curas y
monjas?
—Son brutales,
malvados y crueles —dice Hobbs—. Solo superados por los comunistas. Echa un
vistazo al globo —continúa Hobbs—. Salimos corriendo de Vietnam, y los
comunistas aprendieron la lección. Conquistaron Camboya en un abrir y cerrar de
ojos. Nosotros no hicimos nada. Invadieron Afganistán, y no hicimos nada, salvo
prohibir que unos deportistas participaran en unas carreras. Así que, después
de Afganistán, siguen Pakistán y la India. Y después, se acabó, Arthur: toda
Asia se tiñe de rojo. Tienes estados satélites soviéticos en Mozambique,
Angola, Etiopía, Irak y Siria. Y nosotros no hacemos nada de nada, así que
piensan: «Estupendo, vamos a ver si no hacen nada en Centroamérica». Se
apoderan de Nicaragua, ¿y cómo reaccionamos? La Enmienda Boland.
—Es la ley.
—Es un suicidio —dice
Hobbs—. Solo un idiota o el Congreso serían capaces de cometer la locura de
permitir que un títere soviético se enquistara en el corazón de Centroamérica.
Es imposible describir semejante estupidez. Teníamos que hacer algo, Arthur.
—De modo que la CIA
asume la responsabilidad de...
—La CIA no asumió
ninguna responsabilidad —dice Hobbs—. Es lo que intento explicarte, Arthur.
Cerbero emana de la más alta autoridad del país.
—Ronald Reagan...
—... es Churchill. En
un momento crítico de la historia, ha visto la luz y ha decidido actuar.
—¿Me estás
diciendo...?
—No está enterado de
todos los detalles, por supuesto —dice Hobbs—. Solo nos ordenó dar marcha atrás
a lo que estaba sucediendo en Centroamérica y derrocar a los sandinistas, «con
todos los medios necesarios». Te lo citaré textualmente, Arthur: la Directiva
Número Tres del Departamento de Seguridad Nacional autoriza al vicepresidente a
tomar el mando de las actividades contra los terroristas comunistas que actúan
en Latinoamérica. En respuesta, el vicepresidente formó el Terrorist Incident
Work Group (TIWG), con base en El Salvador, Honduras y Costa Rica, que a su vez
instituyó la National Humanitarian Assistance Operation (NHAO), la cual, a su
vez, de acuerdo con la Enmienda Boland, tiene como misión proporcionar ayuda
«humanitaria» no letal a los refugiados nicaragüenses, es decir, a la Contra.
La Compañía no dirige la Operación Cerbero, ahí te has equivocado, sino que lo
hace la oficina del vicepresidente. Scachi se halla bajo mis órdenes directas,
y yo bajo las del vicepresidente.
—¿Por qué me estás
contando esto?
—Apelo a tu
patriotismo —dice Hobbs.
—El país al que amo no
se acuesta con gente que tortura hasta la muerte a sus propios agentes [se
refiere al asesinato de Ernie Hidalgo].
—Pues entonces a tu
pragmatismo —dice Hobbs. Saca unos documentos del bolsillo—. Documentos bancarios.
Depósitos ingresados en tus cuentas de las islas Caimán, Costa Rica, Panamá...
Todos de Miguel Ángel Barrera.
—No sé nada de eso.
—Resguardos de reintegros
con tu firma.
—Tuve que hacer ese
trato.
—El menor de dos
males. Exacto —dice Hobbs—. Comprendo muy bien el dilema. Ahora te pido que
comprendas el nuestro. Guardas nuestro secreto, nosotros guardamos el tuyo.
—Que te jodan.
El lado “micro” de la novela es una decantación de las
posibilidades del thriller. Winslow las conoce a todas, y las utiliza, por lo
general muy bien, aunque no puede evitar que tengan un tono artificioso. Va
desde las brutales escenas de tortura hasta el amor intimista. La que más me
gustó fue el viaje de Nora y Adán Barrera a China, para concretar una compra de
armas destinadas a la guerrilla de las FARC. En ella, Winslow deja el cuidado
que muestra durante la novela y retrata el brillo crudo y cínico de la vida de
estos señores de la vida y la muerte.
El final es demasiado cinematográfico, con casi todos los
protagonistas que quedan con vida encontrándose en un sangriento intercambio de
prisioneros. Una novela escrita bajo normas de calidad ISO, en un 90%
disfrutable.
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