Autor: Desmond Bagley (1923-1983)
Título
original: Wyatt’s
hurricane (1966)
Traducción: Federico López Cruz
Editor: Editorial de Ediciones Selectas (Buenos Aires)
Fecha de edición: 1968-01
Estructura: 10 capítulos con
subcapítulos varios
Información sobre impresión:
Este
libro se terminó de imprimir en el mes de enero de 1968, en los Talleres
Gráficos de la Editorial de Ediciones Selectas S.R.L., Perú 1186 - Buenos Aires
- R. Argentina.
Información de solapas:
Este es
el relato de lo sucedido en una paradisíaca isla de exuberante naturaleza,
situada en el Mar del Caribe, que fue ensombrecida por la tiranía y el miedo.
Es una historia de amores, iras, renunciamientos y grandes explosiones de odio,
de la eterna lucha entre el bien y el mal, entre un déspota y envilecido
tirano, y los ciudadanos que luchan, denodadamente por recuperar su libertad y
su dignidad.
En esos
bellos escenarios naturales, miles de seres humanos soportan la angustia de un
vivir incierto, sin futuro, sometidos a los caprichos de un sádico y corrompido
idólatra, que se mantiene en el poder apoyado por sus sicarios. Jamás
sospecharía este enloquecido gobernante, que sería derrocado por el pueblo en alianza
con la diosa naturaleza, más exactamente, con un fenómeno telúrico, un violento
huracán que se cierne sobre la isla con su furia destructora... pero que
concluye en brisas de paz y libertad.
Mabel,
tal es el nombre del huracán, es localizado por la tripulación de un avión de
las Fuerzas Navales de los Estados Unidos, que cumplía un vuelo rutinario de
patrullaje sobre el Mar Caribe. Ese fenómeno atmosférico debería pasar sobre
las islas del Caribe sin causar el menor daño, pero David Wyatt, un experto civil
en meteorología, cuya familia ha residido por espacio de varios años en la
región, parece haber desarrollado un sexto sentido en lo que se refiere a
huracanes, y ahora está convencido de que Mabel cambiará su rumbo en un momento
determinado y se precipitará sobre la isla de San Fernando y, en especial su
capital, la pequeña ciudad de St. Pierre.
Todos
los antecedentes y datos científicos conocidos están abiertamente en contra de
esa certidumbre suya. El Comandante de la base norteamericana de la isla se
niega a ordenar la evacuación de la misma y la solitaria voz de Wyatt se ve
violentamente acallada por un cataclismo de otra especie: desde las montañas se
precipita sobre la ciudad capital de St. Pierre una rebelión contra el tirano
dictador que gobierna San Fernando.
Atormentado
por la seguridad de una joven azafata a quien ama; ansioso a la vez de que un
gobierno liberal sea instituido en la isla después del derrocamiento del
tirano, y anhelante, sobre todo, de asegurar la evacuación de S. Pierre, para
salvar así a sus habitantes, Wvatt acomete contra obstáculos y dificultades,
aparentemente insalvables, ayudado únicamente por un pequeño grupo de civiles,
v por supuesto... ¡por el huracán Mabel!
La forma
en que logra los objetivos que se ha fijado e incorpora el huracán a la defensa
de la causa victoriosa de los rebeldes, hacen de este emocionante relato un
magnífico e incomparable exponente en el arte difícil del suspenso, a la vez
que puede considerársele como un alegato fuerte y agresivo contra las tiranías,
que consuman la destrucción implacable de todo; de los sentimientos, de las
buenas costumbres, de las sanas ideas y los valores sobre los que se edifica la
vida del hombre y la sociedad de la cual forma parte.
MI COMENTARIO:
Desde fines de los años 50 hasta principios de
los 80, la novela de aventuras tuvo un renovado auge, sobre todo de la mano de
varios escritores británicos. Alistair MacLean, Hammond Innes y Desmond Bagley
encabezaron esa ola de popularidad. Desde mediados de los 60, ese fenómeno se
confundió con la gran atención que tuvieron las historias de espionaje, reales
y ficticias. La literatura de aventuras fue incorporando los componentes
políticos, militares y conspirativos de esa época. Es el caso de Wyatt's Hurricane, la tercera novela de
Desmond Bagley, publicada originalmente en 1966.
David “Dave” Wyatt es un meteorólogo nacido en
la isla caribeña de St. Kitts, criado en Granada y educado en Inglaterra.
Trabaja con la Marina de Guerra de los Estados Unidos en el seguimiento y estudio
de los huracanes que periódicamente se forman en el Caribe. En una misión
aérea, penetra en uno (llamado Mabel), comprueba su enorme potencia y llega a
la conclusión de que, en su trayecto, pasará por la isla de San Fernando, un
país ficticio donde se desarrolla toda la acción de la novela. En la Base
militar norteamericana de Cap Sarrat da la alerta del desastre que se aproxima,
pero es ignorado porque no presenta mayores pruebas. Junto al cónsul británico,
se entrevista con Serrurier, el dictador del país, quién también rechaza la
previsión, obsesionado como está por la reactivación de un antiguo líder
guerrillero, Favel, quien se apresta a lanzar una ofensiva sobre St. Pierre, la
capital. Mientras mastica su decepción, Wyatt se reencuentra con Julie Marlowe,
una azafata amiga por la que siente un creciente deseo. Junto a ella viajan
John Causton, un curtido periodista inglés, y James “Big Jim” Dawson, un
afamado escritor, especie de heredero de Hemingway. En el momento que
intentan huir con otras personas de St. Pierre, Wyatt y Dawson son detenidos
por la policía, sospechosos de ser subversivos; Dawson es duramente torturado.
Julie y los otros huyen, mientras que Causton, en una bizarra escena, es
reclutado a la fuerza en el ejército gubernamental, luego de pintarse con betún
para parecer un negro y tratar de huir más fácilmente entre las personas de la
ciudad.
Favel lanza su ofensiva y avanza rápidamente
hacia la capital, tomando parte de ella. Wyatt puede llegar hasta él y le
advierte del inminente arribo del huracán. El jefe rebelde pergeña un plan
terrible para alcanzar la victoria final: decide evacuar a la población
capitalina y dejar que las fuerzas de Serrurier se reagrupen en la ciudad ya
vacía, justo en el momento en que el huracán haga su entrada en la misma, lo
que posibilitará la destrucción del ejército, el gobierno y el propio
presidente. Wyatt se siente aterrado ante semejante jugada: será la primera vez
que se use una fuerza de la naturaleza como un arma de destrucción masiva. Cuestiona
la decisión, pero no puede hacer nada.
La novela llega a su cima con la descripción
de la llegada del huracán y la difícil supervivencia a la que se ven sometidos
los protagonistas, resistiendo en unos huecos cavados con ese fin.
El sol
se había puesto y ahora reinaba una oscuridad absoluta, una impenetrable
oscuridad, rota únicamente por los fogonazos de los relámpagos, que se estaban
tornando más frecuentes cada vez. Los truenos se perdían en el estruendo
general del huracán que, para el adiestrado oído de Wyatt, estaba
intensificándose rápidamente. La velocidad del viento seguía aumentando, aunque
sin instrumentos resultaba imposible calcularla con exactitud. Sin embargo,
había una cosa segura: el viento estaba muy por encima del tope señalado en la Escala
Beaufort.
Wyatt
pensó, muy gravemente divertido, en la pregunta de Causton sobre si el huracán
empeoraría más aún. Causton no tenía un concepto siquiera aproximado sobre las
fuerzas de la naturaleza. Uno podría hacer detonar una bomba atómica en el seno
de este huracán y la insignificante energía de la misma se perdería por
completo, absorbida por el infinitamente mayor cataclismo. Y eso no era
demasiado malo. Cierto que Mabel era un huracán de los más malignos que Wyatt
había visto en su carrera profesional, pero hubo otros bastante peores, así
como, en los archivos meteorológicos existían constancias de vientos de
muchísima mayor velocidad.
[...]
El
huracán alcanzó su máxima violencia poco después de la media noche. Solamente
el estruendo que provocaba ya era una cosa aterradora: un maligno y terrorífico
aullido que parecía paralizar la mente. La lluvia había amainado un tanto y ya
no caían gotas, sino una especie de lluvia vaporizada que pasaba a ras de
tierra a una velocidad de más de cien millas por hora y que, como había
pronosticado Wyatt, el agua depositada en tierra por la precipitación pluvial
hasta entonces, había sido elevada al espacio por la furia del viento.
Ahora
eran continuos los fogonazos de los relámpagos, que inundaban el promontorio de
un resplandor azulado y en un momento determinado, cuando Wyatt alzó los ojos,
vio claramente las siluetas de las montañas del Macizo de los Santos. Aquellas
grandes moles resistirían al terrible viento. Se alzaban al espacio con sus
raíces profundamente hundidas en las entrañas de la tierra y constituían un
adversario digno del huracán, que se destrozaría la propia vida al lanzarse
ciegamente contra ellas. Tal vez esa barrera despojaría a Mabel de lo más
maligno y entonces proseguiría su marcha a través del Caribe, para
desintegrarse, ya sin vida, debido a la mortal herida que había recibido contra
las montañas. Tal vez. Pero eso no contribuiría a aliviar la agonía de la isla
San Fernando.
Es la mejor parte de la novela. Después viene
la parte más floja cuando, terminado el evento, Dave sale en busca de Julie,
quién se había refugiado en uno de los cerros que rodea a la capital. Es un
tramo final convencional, bastante previsible, pero que no opaca una novela
sólida y entretenida.
Es interesante que en la novela no aparezcan
comunistas, teniendo en cuenta que la historia se desarrolla en una isla
caribeña a mediados de los 60. La lucha es entre un nacionalista estatista y
algo antinorteamericano (Serrurier) y un nacionalista más bien liberal y
modernizador (Favel). No hay lugar para la extrema izquierda: la trama parece
provenir de décadas anteriores. Sí aparecen otros actores que le dan un sentido
más contemporáneo: la actividad de los traficantes internacionales de armas
(proveedores de los rebeldes), la injerencia de una gran empresa norteamericana
(vieja pieza de juego en las historias sobre Latinoamérica) y el rápido auxilio
que brinda la Marina de EE.UU. luego del desastre (desde una base militar alquilada
a San Fernando por un precio ínfimo). No
serás un esclavo es una novela primeriza del thriller moderno, nacido en esos
años, que cumple su objetivo de llevarnos a la aventura dando sólo un vistazo a
cualquier aspecto polémico que pudiera venir de la actualidad.
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